El pais
SUSCRÍBETE

Responsabilidad compartida

Tanto las cifras del contagio como las del desempleo se han convertido en el gran desafío para Colombia. Antes que la oportunidad para buscar culpables y dividir a los colombianos, es el momento para convocarlos a actuar unidos, la manera de enfrentar un reto jamás imaginado en la historia de la Nación.

30 de junio de 2020 Por: Editorial .

Tanto las cifras del contagio como las del desempleo se han convertido en el gran desafío para Colombia. Antes que la oportunidad para buscar culpables y dividir a los colombianos, es el momento para convocarlos a actuar unidos, la manera de enfrentar un reto jamás imaginado en la historia de la Nación.

Está claro que impedir la expansión del coronavirus es imposible, aunque puede ser controlado siempre que los ciudadanos sean convocados y motivados a actuar como corresponde, cumpliendo las tres normas más elementales para evitar que se produzca una tragedia incontrolable. Es decir, que se guarde la distancia, que se usen los tapabocas y se mantenga la limpieza frecuente de las manos, además de informar a las autoridades sobre un posible contagio, aporte necesario para establecer los debidos seguimientos y controles sanitarios.

También es sabido el interés de las autoridades a todo nivel por darle prioridad a la salud de los colombianos, tomando las medidas que sean del caso, las cuales han sido acatadas por la inmensa mayoría de la población. Sin embargo, se han presentado situaciones como fiestas, reuniones y tumultos que han sido causa del aumento en los casos, como lo registran las estadísticas hasta ahora registradas.

Pero ese esfuerzo ha tenido un costo de grandes proporciones para nuestra sociedad. El 21,5% de desempleo al final de mayo pasado, las quiebras de miles de negocios y los problemas generados por la reclusión obligada, son síntomas inequívocos de la otra y si se quiere más profunda enfermedad que está padeciendo nuestra Nación.

Es el retroceso de sus indicadores de bienestar que debe tener respuestas. Y no se trata de enfrentar las dos crisis, si no de aprender a resolverlas al mismo tiempo. Ni el Estado tiene los recursos para mantener de manera indefinida la parálisis ni la sociedad tiene los suficientes elementos para sentarse a esperar a que aparezca el antídoto que termine la amenaza.

Así las cosas, hay que definir una ruta que involucre a todas las autoridades en un mismo sentido y permita encontrar la salida. Y no solo del Estado. La gente tiene que asumir su papel, aceptando que ya no es posible mantener el encierro pues, como lo muestran los indicadores sociales y económicos, es ya imposible.

Ya no es solo un asunto de disciplina que se maneja con sanciones y multas a los infractores o toques de queda, sino de responsabilidad de cada colombiano en la protección de su salud, su integridad y su trabajo. Hay que aprender a vivir con la amenaza del virus y manejarla lo mejor posible. Y no es con miedo ni con debates que ya pasan al terreno de las intenciones políticas o electorales, como se resolverá esta emergencia.

El Estado debe trabajar en conjunto para crear esa conciencia que se requiere, sin dividirse en debates inútiles que confunden y crean discordias innecesarias como si hay o no los suficientes ventiladores. Y debe tenerse claro que hay que recuperar la actividad que produce empleo y bienestar, a la par que es necesario defender la salud y tener los recursos para atender la emergencia.

Esa es la responsabilidad compartida.

AHORA EN Editorial