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¿Qué pasa en Hidroituango?

El proyecto está en duda, las contradicciones van y vienen, y las preguntas sobre la capacidad de ponerlo en marcha en los tiempos estipulados no son infundadas.

5 de noviembre de 2022 Por: Vicky Perea García

Como en una novela de suspenso en la cual aparecen actores, personajes y hechos que enredan la trama y aumentan la tensión a cada momento, la historia de Hidroituango sigue generando preocupaciones de todo tipo que en nada benefician a los colombianos. Es la demostración de hasta dónde puede ser perjudicial para todo el país, y no solo para Antioquia, Medellín o EPM, la mezcla de la política partidista que afecta la vida nacional y la administración de un proyecto vital para la generación de energía de Colombia.

Hidroituango nació y se ha desarrollado a partir de la iniciativa pública del departamento de Antioquia y de la reconocida capacidad de gestión de las empresas públicas de Medellín, y ha tenido el respaldo y el apoyo de la Nación. Lo que hasta ahora no ha implicado una excepción a las reglas del sector o a la revisión de las entidades que tienen a su cargo el cuidado del medio ambiente y la vigilancia del sector eléctrico, tan vital como estratégico para la estabilidad y el progreso de todo el país y no solo de una región.

De ahí nace la preocupación sobre los insucesos que han rodeado la construcción y puesta en marcha de la que es la obra de infraestructura más grande de la última década. Más aún cuando los errores o los accidentes pusieron en peligro el proyecto y su futuro, además de amenazar una vasta zona del norte del país y la existencia de miles de personas que habitan alrededor del río Cauca aguas debajo de la represa.

Las medidas tomadas en su momento despejaron las inquietudes y el proyecto siguió su camino. Camino que ha sido desviado y amenazado de nuevo por la interferencia y las ambiciones políticas de Alcalde de Medellín, municipio propietario de la empresa constructora, EPM.

Como consecuencia, el proyecto está en duda, las contradicciones van y vienen, y las preguntas sobre la capacidad de ponerlo en marcha en los tiempos estipulados no son infundadas. Y de confirmarse los temores afectarán no solo a EPM, que deberá pagar las sanciones que correspondan en caso de incumplimiento.

Ahora, el Presidente de la República ha revivido la amenaza que puede significar la puesta en marcha de las turbinas de Hidroituango para las comunidades que habitan las riberas del Cauca después de la presa. Y es difícil saber si EPM está en capacidad de cumplir sus obligaciones, poner a funcionar y generar las dos primeras turbinas, o contratar las obras que faltan para terminar el proyecto, como era el compromiso y como se exige a cualquier empresa, pública o privada, que explota un servicio público para todo el país.

Es claro que Hidroituango es una gran preocupación nacional, y su futuro es incierto. En tanto, la politización de parte del Alcalde de Medellín y las maniobras desde el Gobierno Nacional sobre un eventual desastre, se convierten en amenaza a la independencia de la Comisión de Regulación de Energía, Creg, y hacen temer que se desvíe la política que le ha permitido a Colombia construir un sector eléctrico sólido y riguroso para asegurar el Bien Común a toda la nación.

Por eso es más que necesario preguntar qué está pasando en Hidroituango.

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