Prórroga y apertura

Las cosas están claras y el presidente Duque ha fijado un derrotero difícil, aunque ya se insinúa la apertura con inteligencia que el Gobierno ha insinuado. Pero aún falta un tramo, largo, dispendioso y costoso para regresar a la normalidad que todos esperamos. Para enfrentar el desafío se requiere el concurso de todos y la solidaridad que hasta ahora se ha hecho presente de múltiples maneras.

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21 de abr de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 25 de abr de 2023, 11:06 p. m.

Ante las circunstancias que se vienen presentando, el Gobierno Nacional decidió ampliar por quince días más el confinamiento de los colombianos. Es una medida necesaria para defender la salud de la Nación que requiere de apoyos para evitar que se llegue a situaciones en las cuales el daño a la economía y en consecuencia a la situación social se transforme en una crisis de proporciones inmanejables.

En su alocución del pasado lunes, el presidente Iván Duque anunció tal decisión, que se sintoniza con la voluntad de darle prioridad a la atención de la pandemia y la respuesta que el Estado debe dar a una amenaza que hasta ahora ha contagiado a 4150 colombianos y cobrado la vida de 196 personas. Aunque dolorosos por lo que representan, esos resultados también demuestran que el país y sus autoridades van por el camino correcto en la respuesta a una emergencia que no esperaba nadie en ninguna parte del mundo.

En su exposición, el Primer Mandatario agregó la autorización para reactivar sectores como el manufacturero y el de la construcción, permitiendo su reinicio bajo normas y procedimientos especiales que eviten el contacto y el riesgo de contagio. Puede decirse que con ello se emprende una reapertura gradual de la sociedad para atender ese otro aspecto que no puede ser des cuidado.

Es el reinicio de la actividad laboral y económica que completa un mes en parálisis y ya deja consecuencias graves. Así, Colombia empieza a dar pasos para evitar las graves secuelas que produce el paralizar las empresas, las actividades del sector informal y la lógica falta de recursos que se puede traducir en la quiebra del aparato productivo con todo y sus repercusiones para el clima social y la convivencia.

En ese orden de ideas, también fue oportuno el llamado del presidente Duque al sector financiero para que agilice la entrega de créditos que permitan darle liquidez a la economía, a las pequeñas, medianas y grandes empresas tanto como a las familias. Sin esos recursos, algunas de cuyas líneas de crédito son avaladas hasta en un 90% por la Nación, la situación se puede volver insostenible, con todos sus alcances.

Para ello es necesario entender que estamos en una emergencia y hay que actuar en consecuencia. La liquidez en materia financiera es como la sangre que alimenta y refresca los órganos de un cuerpo, sin la cual se llega a la gangrena que destruye el organismo. Y en ese estado, todos perderemos, empezando por el sistema financiero.

Las cosas están claras y el presidente Duque ha fijado un derrotero difícil, aunque ya se insinúa la apertura con inteligencia que el Gobierno ha insinuado. Pero aún falta un tramo, largo, dispendioso y costoso para regresar a la normalidad que todos esperamos. Para enfrentar el desafío se requiere el concurso de todos y la solidaridad que hasta ahora se ha hecho presente de múltiples maneras.

Una solidaridad que ahora requiere el aporte de todos los sectores, tanto para atender a quienes más los necesitan como para evitar el colapso del cual hay asomos claros y al que debe responderse con generosidad.

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