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Prensa libre e independiente

Más que la forma y la intensidad con la cual el Primer Mandatario utiliza la red social Twitter, preocupa la manera en que con sus mensajes descalifica, corrige o replica a la prensa crítica, o cómo pretende que su punto de vista sea el único veraz y aceptable. Como lo dice la Flip, con ello “pretende sembrar dudas ante la audiencia sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo”, lo que puede dar pie a que algunos ciudadanos interpreten sus escritos como “permisivos frente a la violencia que se pueda ejercer contra el periodismo”.

6 de febrero de 2023 Por: Editorial .

El periodismo y los medios de comunicación cumplen una función social que se debe hacer con responsabilidad y veracidad. Ello implica, así mismo, que se respete su derecho a informar de manera libre y a ejercer la crítica sobre las actuaciones del Estado y en particular de los funcionarios públicos. Es un principio esencial en cualquier democracia, sobre el que no se puede transigir.

Por ello preocupan los intentos de ponerle mordaza, limitar o entorpecer el trabajo de la prensa en Colombia, lo que incluye la descalificación a la que por estos tiempos son sometidos algunos medios de comunicación, en especial aquellos que mantienen su independencia frente al Gobierno y las entidades estatales. El pronunciamiento reciente de la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, en el que expresa su preocupación por los reiterados trinos del presidente Gustavo Petro en contra de la prensa, tiene validez y debe ser escuchado.

Más que la forma y la intensidad con la cual el Primer Mandatario utiliza la red social Twitter, preocupa la manera en que con sus mensajes descalifica, corrige o replica a la prensa crítica, o cómo pretende que su punto de vista sea el único veraz y aceptable. Como lo dice la Flip, con ello “pretende sembrar dudas ante la audiencia sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo”, lo que puede dar pie a que algunos ciudadanos interpreten sus escritos como “permisivos frente a la violencia que se pueda ejercer contra el periodismo”.

La concepción del presidente Petro sobre la relación entre la política -o la forma de gobernar- y el ejercicio de la prensa, quedó clara durante su discurso en la entrega de los Premios de Periodismo Simón Bolívar el año anterior. “Esa frontera, un tanto difícil de colocar, entre el periodismo como comunicador social y la política como comunicadora social, pues nos va a enfrentar, nos va a encontrar, siempre estaremos juntos, siempre estaremos enfrentados”.

Es un punto de vista respetable el del Primer Mandatario de los colombianos. Queda sin embargo la preocupación sobre cómo ese pulso planteado por él ha influido en los intentos por limitar el trabajo de los medios de comunicación en el país. Sucedió con un primer borrador del proyecto de ley de lo que se ha llamado la humanización del sistema penitenciario, en el que se pretendió incluir un artículo, a buena hora retirado, en el que se obligaba a la prensa escrita, la radio y la televisión a generar contenidos sobre ese asunto, verificable por el MinTic, y a someter la información a la aprobación del Consejo Superior de Política Criminal.

Aunque aún no se presenta al Congreso, el partido oficialista insiste en una ley que “democratice” los medios de comunicación. Su propósito sería la redistribución del espectro electromagnético, la destinación de parte de los gastos de divulgación y publicidad de los entes territoriales a medios comunitarios y la creación de la figura del Regulador Único, que ejerza una función fiscalizadora para medios de comunicación públicos y privados. Así no se diga de manera abierta, con ello se abriría la posibilidad de restringir el ejercicio periodístico.

La defensa de la libertad de información y de opinión, así como la independencia de los medios que ejercen esa función, no se puede poner en riesgo. Esa posibilidad es inadmisible en un Estado Democrático de Derecho como el que rige en Colombia.

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