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¿Por qué la demora?

El mercurio es un enemigo silencioso y letal al que Colombia sigue sin enfrentar. Mientras crece el número de ríos contaminados con ese elemento químico, los estudios revelan los efectos que tiene en la salud de las comunidades que habitan en sus orillas.

22 de septiembre de 2017 Por: Editorial .

El mercurio es un enemigo silencioso y letal al que Colombia sigue sin enfrentar. Mientras crece el número de ríos contaminados con ese elemento químico, los estudios revelan los efectos que tiene en la salud de las comunidades que habitan en sus orillas.

Por décadas el mundo ignoró el daño que causaba el mercurio por lo que permitió su uso sin restricciones en la fabricación de productos como termómetros o lámparas fluorescentes. Tampoco objetó que fuera manipulado a escala industrial o empleado en la extracción de oro, aún después de descubrirse las consecuencias que tenía sobre el cuerpo humano. Hasta que la evidencia no dejó dudas sobre el envenenamiento o el deterioro neurológico que producía y tras una década de negociaciones hace cuatro años 128 países suscribieron el convenio de Minamata, con el cual se busca restringir el acceso y prohibir su uso en el corto plazo.

Colombia no sólo lo firmó sino que lideró los debates hasta lograr el compromiso de la comunidad internacional, lo cual le valió el reconocimiento mundial por sus gestiones. El 16 de agosto de este año, luego de ser ratificado por 74 naciones, el Convenio entró en vigor con la meta de lograr antes del 2023 que se cierren todas las minas de mercurio que existan, prohibir su uso en la industria y la minería a cualquier escala, comprometer a los países productores a no exportar más y a atender la contaminación que ha provocado para evitar mayores consecuencias sanitarias.

Entre los Estados que lo ratificaron, no está Colombia. El proyecto de ley para hacerlo fue presentado al Congreso el año pasado por el Ministerio del Medio Ambiente y apenas ha sido aprobado en segundo debate. Siendo la tercera nación en el mundo con mayor contaminación por mercurio, nada justifica que se le siga dando largas a la decisión que le otorgará más herramientas al país para acabar con un problema que se extiende y deja cada vez más víctimas.

Los casos que se conocen no dejan dudas sobre la gravedad de lo que ocurre en el territorio nacional. Estudios han determinado que en el río Caquetá la presencia de ese elemento químico en sus aguas y en los bancos de peces supera 23 veces los niveles máximos permitidos por la Organización Mundial de la Salud. Los análisis hechos a integrantes de 15 comunidades que viven en inmediaciones de la Estrella Fluvial del Inírida, en Guainía, determinaron que 202 personas tenían entre 60 y 109 veces más mercurio en su cuerpo que el índice más alto determinado por organizaciones sanitarias internacionales.

Esa historia se repite en el río Atrato, en el Chocó; en al menos cinco ríos del Cauca; en Antioquia, en el Valle y en otros 21 departamentos. La causa es la misma: el uso del letal químico en la minería ilegal, sobre la cual no hay control y frente a la que las autoridades no han procedido con la decisión y contundencia que se necesita.

Es hora de que el Estado colombiano actúe con responsabilidad frente al daño que causa el mercurio, y que se decida a velar por la protección de los recursos naturales, los ecosistemas y la vida que hoy está en riesgo por su uso.

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