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Planeta sostenible

¿Qué hacer para enfrentar el que es sin duda uno de los más graves problemas para el futuro de la humanidad? Por estos días se habla de la urgencia de cambiar la dieta carnívora por una más vegetariana, o de comenzar un régimen de ayuno para comer menos y desperdiciar menos. Tampoco hay que llegar a tales extremos.

9 de agosto de 2019 Por: Vicky Perea García

Si en el Planeta ya no queda nada que se libre del impacto del cambio climático, tampoco hay acción humana que no repercuta en ese fenómeno que deja huellas cada vez más profundas. De ese círculo sin fin hace parte el sistema alimentario mundial, lo que obliga a repensar las prácticas productivas así como los hábitos de consumo.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU presentó un informe sobre cómo el clima está afectando el rendimiento agrícola, la disponibilidad y el acceso a los alimentos, la calidad de sus nutrientes o los precios. Y analiza la forma en que el uso de los suelos y el desperdicio del 30% de la comida que se produce influyen en la emisión de dióxido de carbono y reducen la posibilidad de absorción de los gases de efecto invernadero.

Todo parece un contrasentido. Las fronteras agrícolas y de ganadería se vienen corriendo, sobre todo en aquellos países con más recursos naturales como Colombia, a costa de deforestar, acabar ecosistemas únicos y poner en riesgo las fuentes de agua. Lo importante es producir más, ojalá más barato, para atender la creciente demanda y obtener mayores beneficios económicos.

Allí no interesa tanto que la comida sea de acceso a todo el mundo donde hay 890 millones de personas que padecen hambre mientras llegue a quienes tienen mayor capacidad adquisitiva. Es allí donde aparece el círculo vicioso.

El impacto de la producción alimenticia en el medio ambiente tiene un efecto directo sobre los factores que aceleran el cambio climático: es el origen del 23% de las emisiones de efecto invernadero, afecta la capacidad de absorción de CO2 de los ecosistemas al degradarlos y por tanto corresponsable del calentamiento global. A su vez el cambio climático produce altas temperaturas, sequías o lluvias intensas que afectan las tierras productivas y alteran sus nutrientes, obligan a utilizar más agua y químicos; incluso rompen las cadenas de distribución.

¿Qué hacer para enfrentar el que es sin duda uno de los más graves problemas para el futuro de la humanidad? Por estos días se habla de la urgencia de cambiar la dieta carnívora por una más vegetariana, o de comenzar un régimen de ayuno para comer menos y desperdiciar menos.
Tampoco hay que llegar a tales extremos.

La clave está en la sustentabilidad, ese concepto etéreo y lejano para las sociedades de consumo. Comer más frutas, verduras, legumbres y granos es más sano, pero también es posible producir alimentos de origen animal sin afectar el medio ambiente. Con tecnología es posible utilizar menos tierra para obtener cultivos más productivos, crear semillas más rendidoras y nutritivas y usar menos agentes químicos para la conservación.

Dejar de desperdiciar tanta comida es clave, como lo es cambiar los hábitos depredadores de consumo. Ojalá decreciera además el ritmo veloz en que aumenta la población global.

Pero sobre todo hay que sembrar más bosques, cuidar los ecosistemas y aprender a hacer uso de ellos de manera sostenible para que cumplan su función de alimentar al mundo y ser los guardianes del medio ambiente y de la vida Planeta.

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