Pescar en río revuelto
los colombianos tenemos que aceptar que no es conveniente incitar a las movilizaciones masivas que pretenden algunos dirigentes sindicales y no pocos oportunistas que tratan de aprovechar la inconformidad de muchos ciudadanos con lo que está aconteciendo
Pretextando la protesta contra el proyecto de reforma tributaria que presentó el Gobierno Nacional, dirigentes sindicales y aspirantes a la Presidencia de la República insisten en mantener un paro nacional para mañana. Con ello, además de arriesgar la salud de quienes participen en las movilizaciones, demuestran su interés de aumentar la intranquilidad que padecen los colombianos por la pandemia y la dura situación social y económica que atraviesa nuestra Nación.
Debe saberse ante todo que si las autoridades nacionales de salud y muchos de los gobernantes locales y regionales están solicitando el aplazamiento o la suspensión de la movilización anunciada hace un mes por sus promotores, se debe al peligro que atraviesa Colombia ante la tercera ola del coronavirus. En ella se han registrado las cifras más altas de contagio y de muertes en los trece meses que lleva la emergencia nacional, por lo cual se ha tenido que recurrir incluso a los toques de queda de tres y cuatro días.
Por ello, los colombianos tenemos que aceptar que no es conveniente incitar a las movilizaciones masivas que pretenden algunos dirigentes sindicales y no pocos oportunistas que tratan de aprovechar la inconformidad de muchos ciudadanos con lo que está aconteciendo, llamando incluso a que el paro sea indefinido. Eso es ni más ni menos que invitar al riesgo del contagio a quienes participen en las manifestaciones, a sabiendas de que sus promotores no se harán responsables de las graves consecuencias que tendrán para la salud y la vida de quienes participen de buena fe en esas aglomeraciones.
Lo anterior no implica acallar la protesta social ni tratar de silenciar la inconformidad que muchos colombianos sienten frente a lo que está sucediendo y a las propuestas oficiales. Por supuesto, la mentada y muy criticada tributaria es hoy causa de descontento en casi todos los sectores de la sociedad por sus efectos en los bolsillos de los contribuyentes, lo cual debe ser escuchado por el Gobierno Nacional, los dirigentes nacionales, los partidos y los congresistas que tendrán en sus manos el trámite de la iniciativa.
Lo que sigue es el debate nacional después del cual el Congreso adoptará los cambios y tomará las decisiones que se requieran para darle estabilidad a las finanzas públicas, enfrentar la crisis social que deja la pandemia y a la vez proteger el ingreso de las familias. Claro está, no sin antes escuchar a los colombianos, quienes serán quienes deban asumir el esfuerzo que plantea el Gobierno.
Para eso está la democracia y así actúa. Por ello, es el momento de expresar la inconformidad sin llamar a la calle a los ciudadanos como pretenden quienes quieren convertirla en herramienta para hacer oposición, para desestabilizar al país y para beneficiar sus aspiraciones políticas.
Ese es un intento cargado de razones oportunistas y propias de un egoísmo con el cual se aumentan las razones de intranquilidad a toda la Nación. Es pescar en el río revuelto causado por la pandemia, los problemas sociales y la inconformidad, aprovechando el delicado momento por el que atraviesa nuestro país.