Oportunidad y esperanza
La gran apuesta que Colombia debe hacer sobre Buenaventura, aún no se consolida. Brindar oportunidades y mejorar las condiciones sociales de sus habitantes son compromisos sin cumplir a cabalidad, la violencia se mantiene pese a los avances en materia de seguridad y al principal puerto marítimo del país no se le da aún la importancia que se merece.
Hay, sin embargo, proyectos y gestiones que despegan y permiten conservar la esperanza de que llegarán tiempos mejores.
El más reciente Informe de Calidad de Vida presentado por el programa Buenaventura cómo Vamos, correspondiente a 2020-2021, presenta el panorama de lo que sucede en la que se puede describir como la capital del Pacífico colombiano. Hay retrocesos en algunos aspectos, pero se evidencian mejoras en otros que son esenciales para el desarrollo de su población.
En educación, mientras la tasa de cobertura en preescolar disminuyó en el 2021 casi un 4% y la deserción escolar subió a 3,75%, muy superior a los dos años anteriores, el ingreso de estudiantes a la educación media creció ocho puntos en los últimos cinco años. Si no se les presta atención inmediata a las dos primeras estadísticas, las ventajas que supone tener más jóvenes estudiando hoy el bachillerato y preparándose para el futuro, se perderán en un lapso corto de tiempo. La formación escolar es clave para el propósito de impedir que la juventud caiga en las garras de la violencia.
La tasa de ocupación laboral y el índice de desempleo muestran así mismo una mejoría. Al finalizar 2021, 43 de cada 100 bonaverenses se encontraban trabajando, lo que significó una disminución del 6,6% en el número de personas desocupadas. No obstante, las cifras siguen alejadas del promedio nacional, con agravantes como que el desempleo en jóvenes llegó al 47%.
Es evidente que hay esfuerzos por brindar más oportunidades laborales y capacitar la mano de obra, entre otros gracias a iniciativas como Compromiso Valle que tiene una participación importante en Buenaventura, y diversos programas como los que impulsa la Cámara de Comercio de ese municipio. La llegada de nuevas empresas, interesadas en invertir y abrir más puestos de trabajo, demuestra la confianza que genera la ciudad portuaria y el valor que se le da a su ubicación estratégica.
Hay, así mismo, logros en materia de seguridad que no se pueden desconocer, en los que ha sido fundamental el trabajo de diálogo impulsado por la Diócesis y en particular por el obispo Rubén Darío Jaramillo. El número de homicidios ha disminuido, las fronteras invisibles van desapareciendo y parece haber voluntad de diálogo en algunas organizaciones delincuenciales. Pese a ello la presencia de grupos criminales sigue azotando en particular a la zona rural, lo que genera temor y desplazamientos entre la población.
Y están los que aún son sus problemas más graves: la corrupción que no da tregua, el incumplimiento del Estado y la indiferencia con la que se le sigue mirando. Buenaventura merece que se le cumplan las promesas hechas por décadas, pero sobre todo que se le dé la relevancia que le corresponde. No se puede retroceder en los logros alcanzados, así sean pequeños frente a la magnitud de sus necesidades. Oportunidad y esperanza, son las claves para el progreso de su gente.