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No al radicalismo

En el mundo ya existe suficiente radicalismo en cuestiones de religión o de política como para que a ello se le añadan confrontaciones o se generen divisiones por el cuidado del medio ambiente. Esto es de trabajar unidos para lograr las transformaciones que se necesitan.

22 de enero de 2021 Por: Editorial .

Era predecible que el cambio de la ruta ambiental del gobierno de los Estados Unidos se diera de manera inmediata tras la posesión del nuevo presidente. El mensaje de Joseph Biden fue claro desde el primer día: su nación asumirá la responsabilidad que tiene con el Planeta, corregirá el rumbo de los recientes cuatro años y trabajará para liderar las acciones internacionales que se necesitan. Sus intenciones son buenas, pero el camino no se le presenta fácil.

Nada más jurar como nuevo mandatario de los estadounidenses, Biden tomó la decisión de reincorporar a su nación al Acuerdo de París contra el cambio climático, del que Donald Trump la había retirado hace dos años. Además suspendió el permiso otorgado en el 2017 para el desarrollo del oleoducto Keyston XL que iría desde los campos petroleros de Alberta en Canadá hasta el estado de Nebraska, en EE.UU., en un recorrido de 2000 kilómetros. Y frenó los procesos de arrendamiento en el mayor refugio de vida salvaje en Alaska para la exploración y explotación petrolera.

De igual manera, aceptando su responsabilidad como una de las naciones más contaminantes del Planeta, se comprometió a preservar, convirtiendo en reserva natural, el 30% del territorio y las fuentes de agua de los Estados Unidos, así como lograr emisiones cero de carbono para el año 2050 e imponer límites estrictos en materia de metano para las nuevas infraestructuras petroleras y de gas.

Con estas decisiones, y más allá de si las podrá cumplir todas o no, lo que ha lanzado el nuevo Presidente de los Estados Unidos es un mensaje contundente del regreso de su país al concierto internacional, así como de su intención de liderar las acciones que hoy se necesitan para encarar la grave amenaza que enfrenta la Tierra. Ahora el mundo siente alivio al saber que la nación que genera la mayor emisión de gases contaminantes ayudará de nuevo a encontrar las soluciones para detener las causas del calentamiento global y de un cambio climático que si bien es natural y cíclico, la humanidad ha acelerado con la contaminación, la deforestación y la emisión de gases.

Más que unos tratados que la mayoría de las veces no se concretan, lo importante es trabajar en conjunto para conseguir los objetivos que ayuden a conservar la Tierra. El medio ambiente no es solo asunto de tomar medidas ni mucho menos de ser fundamentalistas o convertirlo en motivo de nuevos conflictos; es ponerse de acuerdo para proteger a la humanidad, lo que es obligación no de uno u otro país sino de la comunidad internacional en general.

En el mundo ya existe suficiente radicalismo en cuestiones de religión o de política como para que a ello se le añadan confrontaciones o se generen divisiones por el cuidado del medio ambiente. Esto es de trabajar unidos para lograr las transformaciones que se necesitan, de encontrar cómo a través de la razón y la ciencia, la raza humana y sus sistemas de producción se adaptan a las realidades o desafíos que significa el cambio climático, porque de lo contrario lo que se destruye es el lugar que habitamos.

En ese sentido parece ir Biden, a quien ojalá se le permita hacer los cambios a los que se ha comprometido, recobre el liderazgo que hoy demanda su nación y consiga que los Estados Unidos entre en la era de la economía sostenible.

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