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Los jóvenes reclaman

El reclamo es también para que la ciencia y la tecnología se pongan al frente de lo que verdaderamente se necesita: el cuidado y la protección de los recursos naturales, los ecosistemas y el medio ambiente.

9 de abril de 2021 Por: Editorial .

Ni la violencia o los conflictos, ni el desempleo o el acceso a la salud, ni la discriminación o la inequidad son los problemas que más les preocupan hoy a las personas menores de 35 años en todo el mundo. Para ellos, los mayores desafíos que se deben sortear en la próxima década son el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad en el planeta y las soluciones deben darse a través de la educación, la ciencia y la cooperación internacional.

En resumen esos son los resultados de la encuesta World in the 2030 -El mundo en el 2030- realizada por la Unesco durante los meses de mayo y septiembre del año anterior entre 15.000 personas de los cinco continentes, en 25 idiomas y dialectos y que se dio a conocer hace algunos días. Con un 67%, los encuestados en su mayoría menores de 35 años, decidieron que el deterioro del medio ambiente es su mayor preocupación y cómo enfrentarlo es la respuesta que se debe encontrar.
Lo primero que refleja la medición es el cambio de mentalidad entre la población más joven, la que nació en medio de la preocupación que genera la emisión de gases de efecto invernadero, la que sabe bien qué es el cambio climático y cómo afecta a la Tierra, la que ve cómo se destruyen los recursos naturales y no entiende cómo no se emprenden las acciones para detenerlas. Son esas generaciones que ven cómo su casa, en la que aún les espera un largo futuro, se daña irreparablemente y poco se hace para conservarla.

Ellos la tienen clara y saben dónde están las soluciones. En el corazón de todo ubican a la educación, que debería dedicarse a enseñar sobre sostenibilidad pero sienten que está desfasada de las realidades porque poco se preocupa por fomentar las habilidades que se necesitan en la actualidad. Si se formara la conciencia ambiental desde las más tempranas edades, el cambio comenzaría por los hogares, con las acciones individuales que permitan transformar el mundo. Ese es el principio de todo, más allá del liderazgo que deben asumir los gobernantes y de las políticas que se establezcan.

El reclamo es también para que la ciencia y la tecnología se pongan al frente de lo que verdaderamente se necesita: el cuidado y la protección de los recursos naturales, los ecosistemas y el medio ambiente. Más investigación en energías verdes y economías sustentables, generar confianza en la ciencia y en las decisiones que se basen en ella, crear más zonas de protección natural, es lo que piden.

Y demandan una mayor cooperación internacional para que se pueda promover ese cambio y trabajar en él en cualquier rincón del planeta.
Una respuesta en la que ya algunos se ocupan, como es el caso del Pacto Verde que promueve la Unión Europea entre los países de la comunidad y hacia afuera. Consciente de que se necesita brindar apoyo global para conseguir metas como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero o recuperar los recursos naturales, la UE es el mayor financiador de proyectos ambientales e impulsa iniciativas locales, muchas de ellas en Colombia.

Esa preocupación de los jóvenes por el medio ambiente es la que los dirigentes mundiales deben escuchar, acoger y capitalizar para hacer lo que hasta ahora ha sido un fracaso: salvar el planeta para ellos y para las generaciones que llegarán.

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