Los huecos de Cali

La decepción de los caleños está justificada porque quien gobierna la ciudad no parece estar en sintonía con necesidades sentidas como la de tener una malla vial en buen estado, que no represente un peligro para su integridad, sus vidas o sus bienes

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11 de abr de 2023, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 05:55 a. m.

Cali no tendrá cómo arreglar su deteriorada malla vial mientras los sucesivos gobiernos locales no aforen el presupuesto que se requiere ni cumplan con las obras que prometen. Así, la ciudad seguirá sometida a los eternos huecos y quienes circulan por sus calles expuestos a los accidentes así como a pagar los daños que sufran sus vehículos.

El diagnóstico no podría preocupar más: apenas una de cada cuatro vías urbanas en Cali está en buen estado, es decir el 25% de los 2591 kilómetros que hay en la ciudad. Otros 1405 km están en condiciones regulares, 524 más se encuentran en mal estado y hay 16 kilómetros sin pavimentar. Ello sin contar las carreteras rurales que conducen a los 15 corregimientos caleños.

Si esos números son graves, lo es aún más lo que hoy valdría reparar las calles caleñas. Permitir que la malla vial de la capital del Valle llegara a ese punto de deterioro volvió imposible, en la práctica, disponer de los recursos para su arreglo. Se necesitan $1,5 billones, es decir la tercera parte del presupuesto local del 2023, y apenas hay disponibles $110 mil millones, menos del 10% que se requiere.

La culpa no es solo del gobierno de Jorge Iván Ospina, pues se debe reconocer que el problema también les quedó grande a las administraciones municipales pasadas. Sin embargo, la actual peca además por incumplimiento: de los 400 kilómetros que se comprometió a reparar apenas se han entregado 238 e invertido $70.000 millones, y no hay garantía de que se terminen las obras antes de finalizar el presente mandato el próximo 31 de diciembre si se tiene en cuenta que el actual contrato va de prórroga en prórroga, mientras se le hacen adiciones al presupuesto inicial.

Mientras el tiempo pasa, el deterioro de las vías se agrava y la situación se convierte en una rueda sin fin. Lo que se repara hoy, en cuestión de meses se vuelve a dañar y así sucesivamente. Entonces Cali nunca logra superar el que es uno de los problemas que más recienten sus ciudadanos.

Y surge el otro lío, el de las demandas al Estado por los accidentes que ocasionan los huecos en las calles, que no en pocos casos terminan con lesiones graves o incluso la muerte de quienes los padecen. Desde el 2020, cuando Ospina asumió el mandato, se han presentado 124 querellas por las cuales la ciudad ha debido pagar $8.000 millones. Son recursos importantes que le restan aún más la capacidad presupuestal al municipio para invertir en su infraestructura vial.

La decepción de los caleños está justificada porque quien gobierna la ciudad no parece estar en sintonía con necesidades sentidas como la de tener una malla vial en buen estado, que no represente un peligro para su integridad, sus vidas o sus bienes. Si Cali quiere estar a la altura de una ciudad desarrollada, que refleje su progreso, lo primero que necesita es contar con unas calles en buen estado.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.

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