La violencia en el fútbol
Cada vez que sucede un hecho violento ligado al fútbol, el castigo termina siendo para el cemento: se cierran tribunas, se cierran estadios, pero los agresores se ocultan fácilmente con la complicidad de sus compañeros barristas, o si son capturados, al día siguiente quedan en la calle de nuevo...
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15 de feb de 2023, 11:55 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 05:46 a. m.
La violencia vuelve a ganarle el partido al fútbol en Colombia. Las agresiones a los jugadores, los enfrentamientos entre las mal llamadas ‘barras bravas’ y las intimidaciones de todo tipo se han vuelto una costumbre en un deporte que busca el entretenimiento, pero termina sumido en la zozobra.
La agresión de un hincha del Deportes Tolima al jugador Daniel Cataño, de Millonarios, puso en la mesa, una vez más, un viejo debate que no encuentra salidas, a pesar de la existencia de la Comisión Nacional para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol, creada por la ley 1270 del 2009. Lo que promulga esta norma se ha quedado en el papel y no ha sido posible frenar a los violentos que empañan el balompié en nuestro país.
Cada vez que sucede un hecho violento ligado al fútbol, el castigo termina siendo para el cemento: se cierran tribunas, se cierran estadios, pero los agresores se ocultan fácilmente con la complicidad de sus compañeros barristas, o si son capturados, al día siguiente quedan en la calle de nuevo y, pronto, otra vez regresan a los estadios, por cuenta de la debilidad de la justicia ordinaria.
La agresión a Cataño no fue grave. Pero pudo serlo. Como pudo terminar también en tragedia la invasión de los hinchas del Deportivo Cali al estadio Doce de Octubre de Tuluá para increpar al técnico Máyer Candelo el semestre pasado. O la toma de los aficionados del Unión Magdalena y el Atlético Junior en el estadio Sierra Nevada de Santa Marta. Lo que sí terminó muy mal fue el enfrentamiento, el fin de semana, entre hinchas del Atlético Bucaramanga y habitantes del municipio de Tolú, en Sucre, que dejó una persona muerta y diez heridas. ¿Y capturados? Ninguno.
En Colombia, la emoción de los hinchas se ha salido de las tribunas. Han sido amenazados y asesinados jugadores. La investigación Pasión Mortal hecha por este diario demostró que entre 2012 y 2021, 149 hinchas fueron asesinados simplemente por tener puesta la camiseta de algún equipo.
Se han barajado soluciones como la carnetización a los hinchas, la implementación de la biometría, la instalación de cámaras de seguridad dentro de los estadios, la implementación de una fuerza especial para vigilar los escenarios y muchas cosas más, pero todo se queda en intenciones y propuestas para cuya implementación no hay medios humanos ni recursos financieros. Y mientras tanto, la violencia sigue goleando en el fútbol colombiano.
Si este es un espectáculo masivo, que mueve pasiones, deben existir las garantías necesarias para que los partidos se realicen en un sano ambiente de diversión. Y máxime cuando se trata de un espectáculo privado que produce muchas ganancias. Si hay que invertir, pues hay que invertir. Lo hizo Inglaterra en su momento contra los ‘hooligans’ y el problema se acabó. ¿Qué esperen entonces las autoridades en Colombia para meter dientes en el asunto?
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