La tragedia del Amazonas

Leticia y el departamento del Amazonas son hoy la muestra de la impotencia causada por un Estado que no parece llegar como corresponde a las fronteras de Colombia.

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14 de may de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 25 de abr de 2023, 09:12 p. m.

Leticia y el departamento del Amazonas son hoy la muestra de la impotencia causada por un Estado que no parece llegar como corresponde a las fronteras de Colombia. Cómo atender el drama que allí se presenta para impedir la propagación del Covid-19, debería ser la gran preocupación del país.

En primer lugar, debe reconocerse que Leticia es un cruce de caminos y junto con Tabatinga en Brasil e Iquitos en el Perú forman un triángulo por el cual circula la actividad del Amazonas. Ahora, esa privilegiada posición se ha transformado en una amenaza, pues la política del presidente Jair Bolsonaro y los problemas para llevar atención oportuna a las localidades colombiana y peruana impiden enfrentar la pandemia como concierne.

Lo anterior no justifica la debilidad que presentan Leticia y el departamento del Amazonas para atender un enemigo que amenaza a los grupos indígenas que habitan en ese territorio. Con un hospital intervenido ante la quiebra causada por la habitual corrupción y sin posibilidades de llegar a los corregimientos y veredas, o de llevar el mensaje a las comunidades indígenas que habitan en la región, el coronavirus avanza casi sin posibilidades de ser controlado.

Teniendo en cuenta su población, las estadísticas de muertes y contagios en el Amazonas y su capital son las más altas de Colombia. Con un promedio que supera los 500 contagiados por cada cien mil habitantes, Leticia no tiene camas ni respiradores suficientes para atender una tendencia que crece ante el hecho cierto de que no existe la posibilidad de cerrar la frontera con Brasil o con Iquitos desde donde se origina el contagio que viaja por el río Amazonas.

Esa amenaza se transporta a lo largo del río más caudaloso del mundo y en el cual se asientan miles de personas pertenecientes a tribus y culturas que han estado aisladas por siglos. Y la respuesta que debería congregar a los países por los cuales pasa el Amazonas es pobre, debido en gran parte a la política del Presidente del Brasil quien se empecina en negar el efecto mortal del coronavirus y la necesidad de evitar su expansión.

Y aunque el aislamiento que se aplica en el resto de Colombia evita que se lleve el virus desde el interior del país, es indudable que allá hay una crisis causada por el tradicional abandono del centralismo colombiano a las fronteras nacionales. Por ello, la capacidad de atender a quienes estén contaminados está saturada y parece imposible establecer el aislamiento que se necesita para lograr resultados como los obtenidos hasta ahora en Medellín o Bogotá, así sea ésta la de más alto número de víctimas.

Como le ocurrió a la capital de la República por tener el aeropuerto internacional más importante del país, Leticia es afectada por el hecho de ser uno de los puntos de referencia del río Amazonas y la puerta de Colombia hacia esa vasta región de Suramérica. Ante las dificultades que atraviesan sus habitantes y los del departamento, y los efectos que puedan desencadenar es necesario que se atienda como corresponde la emergencia y se promueva la colaboración de Brasil y Perú para enfrentarla.

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