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La segunda vuelta

Los ecuatorianos deberán elegir entre el populismo de Arauz que ya propuso entregarle mil dólares en efectivo a cada familia para enfrentar la crisis, frente a las propuestas más conservadoras y menos impactantes de Lasso, banquero de profesión y exministro de Hacienda

25 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Entre el populismo que sembró Rafael Correa y el conservatismo de un candidato que ha perdido dos elecciones anteriores, los ecuatorianos elegirán al sucesor de Lenín Moreno en la presidencia de su país. Y en el medio estarán el representante del pueblo indígena y un candidato de izquierda que obtuvo una sorprendente votación.

En términos numéricos, el joven Andrés Arauz, que recibió el 32,72% de la votación el pasado 7 de febrero se enfrentará a Guillermo Lasso, veterano dirigente de la derecha, que obtuvo el 19,72%, y fue reconocido como la segunda votación por el Consejo Nacional Electoral luego de un debate de dos semanas. Atrás quedaron Yaku Pérez del movimiento Pachakutik, al que la autoridad electoral le reconoció el 19,39% de los votos, 0,33% menos que los de Lasso, y Xavier Hervas, la sorpresa de la jornada, recibió el 15, 69% de la votación.

La polémica entre Lasso, Pérez y el CNE no se hizo esperar al conocerse la declaratoria oficial, y los partidarios del candidato indígena iniciaron una marcha hacia Quito bajo la proclama del fraude y para exigir el reconteo físico de las votaciones en las provincias más importantes y de mayor votación. Para completar, la crisis económica crece mientras es notoria la insatisfacción producida por los inconvenientes en los programas de vacunación para acabar la pandemia del Covid-19.

Con esos antecedentes, Ecuador regresará a la campaña el próximo 16 de marzo, si la protesta indígena no entorpece el proceso. Y los ecuatorianos deberán elegir entre el populismo de Arauz que ya propuso entregarle mil dólares en efectivo a cada familia para enfrentar la crisis, o asumir la cuantiosa deuda de los municipios y provincias, frente a las propuestas más conservadoras y menos impactantes de Lasso, banquero de profesión, exministro de Hacienda y conocido por haber sido derrotado por Correa y su sucesor Moreno en las elecciones anteriores.

Como puede deducirse, nada está claro en el futuro del gobierno en Ecuador. Y si no se unen los opositores al expresidente Correa, hoy fugitivo de la Justicia que lo condenó por fraude y corrupción, el nuevo presidente será su discípulo que, ya se sabe, volverá a llevar al país por la senda del populismo de izquierda que manda en Venezuela, Argentina, Bolivia y Nicaragua, además de tratar de liberar a su jefe y de restablecer su régimen, enemigo de la libertad de prensa. Por el contrario, si el 66% de los votantes que a través de los múltiples candidatos votaron en contra de Arauz persisten en esa decisión, su país habrá logrado superar ese regreso al pasado.

En otros términos, es imposible afirmar que Ecuador tiene definida la suerte de su gobierno para el próximo período, o que el triunfo del correísmo y del populismo de izquierda es inevitable. Lo que hoy existe, además de la necesidad de resolver la protesta de los movimientos indígenas que desconocen los resultados tachándolos de fraudulentos, es la apertura de una campaña nueva y muy reñida para decidir si regresa Correa o si se deja atrás el caudillo que ha marcado la política del vecino país en los últimos 15 años.

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