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La Reina Isabel II

Esas convicciones, su fortaleza de carácter y de ánimo, al igual que su comprensión del papel que debía cumplir, le permitieron enfrentar grandes dificultades e inconvenientes de su familia tanto como su obligación de reflejar el apego de Inglaterra y del otrora imperio británico a las tradiciones que la han consagrado como una de las naciones más respetables en el concierto internacional.

8 de septiembre de 2022 Por: Editorial .

A los 96 años, y después de servir a su nación durante siete décadas, murió Isabel II Reina de Inglaterra. Su reinado será reconocido por la dedicación que mostró para cumplir sus funciones como jefe de Estado y mantener las tradiciones de su patria, lo que la convirtió en símbolo de unión y de fortaleza.

Su llegada al trono fue producto de circunstancias no buscadas por ella ni por su antecesor y padre, Jorge VI. Al igual que él, quería tener una vida alejada de los brillos de la monarquía, una de las más antiguas del mundo, quizás debido a las circunstancias que debió enfrentar el rey Eduardo VIII, quien renunció en favor de su hermano luego de circunstancias rodeadas de escándalos por su matrimonio con una ciudadana estadounidense.

Una vez debió asumir sus funciones a la muerte de su padre, Isabel Segunda empezó un aprendizaje sorprendente, a la par con el desempeño de sus funciones cuando tenía apenas 25 años. Sobre sus hombros cayó la responsabilidad de simbolizar la recuperación de una nación gravemente azotada por la Segunda Guerra Mundial y por el final del Imperio Británico que floreció en el Siglo XIX bajo la égida de la reina Victoria, su abuela y la persona más poderosa del mundo de entonces.

Y así lo hizo. Día a día, la joven monarca asumía su papel como emblema de la monarquía y de la unión entre sus súbditos, los que la siguieron con admiración y respeto aún en las peores épocas. Isabel II entendió los cambios que trajo la modernidad, el efecto que produjeron y el impacto que tuvieron en la monarquía, expuesta al escrutinio público, a la crítica y a la sed de escándalos que alimenta a sectores importantes del mundo de la comunicación.

“Ninguna institución, ciudad, monarquía, lo que sea, debería esperar estar libre del escrutinio de aquellos que le dan su lealtad y apoyo, sin mencionar a los que no lo hacen”, afirmó, “pero todos somos parte del mismo tejido social y ese escrutinio puede ser igual de efectivo si se hace con una medida de gentileza, buen humor y comprensión”. Esa frase, invocada por la BBC de Londres describe con precisión la manera en que la reina interpretó los cambios de las épocas y produjo una transformación que le ganó el respeto del mundo y la admiración del pueblo británico.

Esas convicciones, su fortaleza de carácter y de ánimo, al igual que su comprensión del papel que debía cumplir, le permitieron enfrentar grandes dificultades e inconvenientes de su familia tanto como su obligación de reflejar el apego de Inglaterra y del otrora imperio británico a las tradiciones que la han consagrado como una de las naciones más respetables en el concierto internacional.

“Cuando tenía 21 años, prometí mi vida al servicio de nuestra gente y pedí ayuda a Dios para cumplir ese voto. Aunque ese voto se hizo en mis años de juventud, cuando estaba verde en juicio, no me arrepiento ni me retracto de una sola palabra”. Esas palabras reflejan el compromiso vital de Isabel II, la reina que durante 70 años encarnó el espíritu y los valores de su pueblo y ayer partió, dejando su impronta como símbolo de Inglaterra.

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