La enemiga de todos

Lo que no puede presentarse es un control de precios que además de artificial significará una intervención política nociva para toda la economía.

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Foto de referencia. Migración Colombia tramitó la deportación de la colombiana Echeverría desde Suiza. | Foto: Archivo de El País

8 de feb de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:29 p. m.

La inflación es el enemigo silencioso y efectivo de la prosperidad, y golpea ante todo los bolsillos de las familias con menores ingresos. Por ello, y aunque pueda parecer contradictorio, es oportuno que tanto las autoridades monetarias como el Gobierno se muevan para contener la embestida de un fenómeno originado en varios factores.

El primero de esos factores, es el exceso de liquidez que aumenta la demanda y presiona el alza de los precios cuando supera la oferta. Es lo que está ocurriendo en todo el mundo y afecta ante todo los productos de primera necesidad, obligando a los bancos centrales a elevar las tasas de interés como herramienta para incentivar el ahorro y para detener el consumo al debe cuya más notoria expresión es el crecimiento sostenido y amplio de los pagos con las tarjetas de crédito y del endeudamiento en las entidades financieras.

Así, el incremento de las tasas es efectivo para contener esa tendencia al endeudamiento, lo que ayuda a enfriar la economía. Pero también debe reconocerse el efecto que tiene en la liquidez que impulsa la demanda el aumento de las remesas que llegan del exterior, que al final de diciembre de 2021 puede superar los US$8.500 millones. De igual manera, y si bien no tiene el efecto nocivo que le adjudican los críticos de la medida, el aumento del 10% en el salario mínimo se constituye a su vez en un estímulo tanto para consumidores como para productores que justifican el alza en sus productos en el crecimiento de uno de sus costos, la mano de obra.

Por otro lado está la inflación que nos llega del exterior. Colombia es un país que importa una proporción importante de sus insumos agrícolas y agroindustriales como los abonos, además de una proporción cada vez más alta de alimentos destinados al consumo final. Además de que todos esos factores han sufrido incrementos en todas partes, debe tenerse en cuenta la devaluación que en los últimos meses se ha venido acelerando y tiene al dólar alrededor de los $4.000. Y contrario al freno que debería producirse al elevar el costo de los bienes importados, se ha producido un crecimiento, apoyado sin duda en la facilidad para acceder al crédito.

Ante esos indicadores, la decisión tomada por la Junta Directiva del Banco de la República de subir de una vez el 1% en las tasas de interés parece una medida drástica mas necesaria, ante el hecho de que la inflación en el mes de enero se incrementó en 1,67% llegando al 6,94% en el año corrido. El mensaje debe ser entonces tan claro como contundente: la autoridad monetaria está dispuesta a combatir la inflación como se lo ordena la Constitución Nacional.

Queda por conocerse cuál será la actuación del Gobierno para tratar de morigerar el impacto que tienen las importaciones en la canasta familiar, por la vía de rebajar tasas y aranceles o de estimular la producción, lo cual redundará en más oferta y mejores precios para el consumidor. Lo que no puede presentarse es un control de precios que además de artificial significará una intervención política nociva para toda la economía.

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