La disciplina social
Tanto las autoridades nacionales como las departamentales y municipales han tomado decisiones importantes para proteger a los caleños del contagio que se extiende. Pero, no obstante esos esfuerzos y el acatamiento de la inmensa mayoría de sus habitantes, Cali es la segunda ciudad de Colombia en contagios y decesos por causa del Covid-19.
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29 de abr de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 11:17 p. m.
Tanto las autoridades nacionales como las departamentales y municipales han tomado decisiones importantes para proteger a los caleños del contagio que se extiende. Pero, no obstante esos esfuerzos y el acatamiento de la inmensa mayoría de sus habitantes, Cali es la segunda ciudad de Colombia en contagios y decesos por causa del Covid-19.
¿A qué se debe esa estadística? Son muchas las razones con las cuales se ha tratado de explicar el fenómeno. Está en primer lugar el hecho de ser un cruce de caminos donde llegan de todas partes del exterior a través del aeropuerto con mayor movilización internacional después de El Dorado en Bogotá, hasta el tránsito que realizan los ciudadanos venezolanos que huyen del Ecuador.
La primera de esas causas fue oportunamente atendida al cerrar el aeropuerto de Palmaseca. La segunda ha tenido una respuesta adecuada con la destinación de recursos y esfuerzos que crean un puente y evitan la permanencia de los inmigrantes con altas posibilidades de ser portadores del coronavirus, apoyados por las dependencias respectivas del Ministerio de Relaciones y el Gobierno Nacional.
Quedan por revisar razones como el comportamiento ciudadano. Sin duda, la inmensa mayoría de los caleños han entendido la gravedad de la amenaza, atendiendo los llamados de las autoridades y respetando sus decisiones a pesar de las consecuencias que ocasionan a sus ingresos y libertades civiles. Y hay una porción importante de ciudadanos para los cuales el peligro puede ser desafiado cuando se trata de defender su subsistencia.
Pero hay también una cantidad apreciable de personas para quienes las medidas tomadas para proteger la salud de su comunidad y de ellas mismas no parecen tener importancia. Son las que a diario desafían el confinamiento, realizando fiestas o reuniones en sitios públicos y privados. Esas personas se convierten en un peligro cierto para la sociedad tanto por la posibilidad de propagar el virus como por el desafío que representan para toda la comunidad a la cual pertenecen.
Contra esa conducta que puede causar daños irreparables, debe usarse el poder de coerción que la ley les otorga a las autoridades. De ahí que los caleños respalden sin dudar decisiones como el confinamiento, la programación del pico y vida, los controles al transporte o el establecimiento de la ley seca.
No obstante, hay conductas que demuestran la intención de desconocer la autoridad y violar las disposiciones creadas para proteger a la comunidad del peligro que está enfrentado. Esos comportamientos obligan a tomar decisiones más drásticas que sancionen de manera ejemplar a quienes se burlan de las autoridades y sus mandatos, establecidos para el bien de todo el mundo, incluyendo el de los infractores.
Cali necesita ante todo de la disciplina social para controlar la amenaza de la pandemia. Y eso no es un asunto sólo de expedir normas y hacer uso de la represión contra quienes las incumplan de buena o mala fe. Es la necesidad de tomar conciencia sobre el momento que atraviesa la sociedad y contribuir para que la emergencia no se extienda ni haya más víctimas.
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