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La dictadura rechazada

Con un régimen desgastado y desacreditado, Venezuela padece hoy sus horas más confusas. Ya casi no hay país que no condene la dictadura y la extravagante Asamblea Constituyente que se acaba de imponer.

7 de agosto de 2017 Por: Editorial .

Con un régimen desgastado y desacreditado, Venezuela padece hoy sus horas más confusas. Ya casi no hay país que no condene la dictadura y la extravagante Asamblea Constituyente que se acaba de imponer.

Los ecos de una presunta intentona de rebelión militar no dejan de sonar. Muchas voces han planteado dudas sobre la versión oficial y se preguntan si no será una de las tantas estrategias que pone el régimen a andar para desviar la atención de los problemas urgentes por resolver.

Hoy Venezuela, por cuenta de un gobierno despótico, es poco menos que un paria internacional.

Después de la farsa de elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, la comunidad internacional, preocupada por la represión y la salida de miles de personas hacia Colombia, México y España, ha intensificado su condena. Desde el Papa Francisco, la Unión Europea, hasta la inmensa mayoría de América Latina han rechazado la tiranía encabezada por Nicolás Maduro y los militares que lo rodean.

Estados Unidos ya incluyó a Nicolás Maduro en la lista de sancionados por el Departamento del Tesoro, y se espera que este país endurezca su posición y ponga cortapisas a las compras de petróleo que ayudan a sostener un régimen, resistido por su propio pueblo. Incluso, la posición del Papa Francisco, quien rechazó la Constituyente y pidió al Gobierno venezolano que respete los Derechos Humanos es un respaldo a los países de la región para intensificar la presión contra Maduro.

El régimen chavista ha hecho todo lo posible por acabar con su país. Desde abril, cuando comenzaron las protestas, la represión deja 125 muertos, por lo menos dos mil heridos y cuatro mil detenidos. La toma el viernes de la Asamblea Nacional que los chavistas controlaron de manera absoluta durante 14 años, pero de la que fueron removidos cuando en diciembre de 2015 el pueblo los barrió en la última votación libre, fue una clara muestra de que el gobierno de Maduro va por todo.

Las declaraciones de la presidenta de la Asamblea Constituyente, no dejan dudas hacia dónde se dirigen los detentadores del poder: “Vinimos aquí no a destruir nuestra Constitución, sino a eliminar todos los obstáculos que nos han impedido materializar algunos de sus avances”. Pero su primera acción fue destituir a la fiscal Luisa Ortega, antigua chavista, quien al ver los desafueros del gobierno Maduro se convirtió en crítica del régimen. ¿Es para eso una constituyente?

Y en medio de este caos, el pueblo venezolano vive su tragedia. Sin alimentos, con una inflación desbordada, un dólar a 15.000 bolívares y un sistema que los asfixia y los acorrala sin ofrecerle salida. Ese es el resultado del último intento de un régimen amoral y corrupto para imponer el comunismo como forma de dominación.

Hoy en Perú habrá una cumbre de cancilleres de la OEA para revisar el caso de Venezuela. Aunque no será fácil derrocar un régimen soberbio y acosado cuyo único propósito es perpetuarse en el poder a costa de la miseria de su propio pueblo, América debe persistir en la condena a la dictadura de Maduro y la solidaridad con los venezolanos.

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