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La demencia con las armas

La masacre de los 19 niños de Uvalde debería estremecer a los Estados Unidos, y obligar al Congreso y al Gobierno a tomar medidas para proteger a la población.

25 de mayo de 2022 Por: Editorial .

La masacre de 19 niños y 2 maestros en una escuela pública de Uvalde, estado de Texas, muestra otra vez que el gran enemigo de la sociedad en Estados Unidos es el armamentismo. Y reclama de sus autoridades las decisiones que detengan esa terrible amenaza.

Bajo el amparo de la Segunda Enmienda de la Constitución que consagra el derecho a portar armas para defensa personal, el asunto es intocable, defendido además por una próspera industria que en el 2020 produjo doce millones de armas. Con una población de 360 millones de personas, Estados Unidos tiene hoy más de cuatrocientos millones de esos artefactos y en muchas regiones es casi obligatorio su porte.

Eso dio pie al libertinaje que existe alrededor de la venta de armas de fuego, entre ellas las de alto poder, que terminan en manos de cualquiera. Las cifras muestran hasta dónde llega el problema: Estados Unidos es el país con más armas de fuego per cápita del mundo, el 85% de ellas está en manos de civiles y apenas el 15% en posesión de militares. Cada año mueren 50.000 personas por su utilización y solo en el 2020 se produjeron 61 ataques que mataron 130 personas.

Por eso no es de extrañar que muchas de las masacres, como las ocurridas en dos semanas en Búfalo y Uvalde, las hayan perpetrado muchachos menores de 20 años, jóvenes que están expuestos a la influencia de las redes sociales. Por ello esas redes son el espacio donde los asesinos se vuelven figuras de renombre y la bocina que transmite los mensajes de odio racial, ideológico, religioso o de género, la razón para cientos de matanzas.

Esa es la cultura, que les hace creer a los estadounidenses que la única forma de protegerse es usando un arma. Por esa razón, desde los 18 años de edad se puede adquirir desde una pistola hasta un fusil de asalto. Es el inicio de matanzas como la de la escuela de Uvalde, donde un joven disparó sin misericordia contra niños menores de 10 años.

Esa laxitud con la venta de armas es la que ha provocado entre enero y marzo de este año 217 masacres en el país norteamericano, 27 de ellas en instituciones educativas. O la que llevó a que en el 2021 el número de esos tiroteos llegara a 693 y a que los peores ataques sean en colegios, universidades, conciertos, supermercados, centros comerciales, discotecas o centros religiosos.

En los primeros 144 días del 2022 han muerto 17.112 estadounidenses por armas de fuego. Y ningún gobierno ha podido evitar esos hechos ni ha conseguido confrontar el lobby en el Congreso de la poderosa industria que volvió el armamentismo un dogma. Más allá de las protestas de los presidentes y los lamentos no pasa nada frente al que es un verdadero cáncer.

La masacre de los 19 niños de Uvalde debería estremecer a los Estados Unidos, y obligar al Congreso y al Gobierno a tomar medidas para proteger a la población. Parece imposible que en el Siglo XXI se usen argumentos ideológicos, raciales o religiosos para justificar lo que sucede.

Los miles de muertos y heridos que dejan las armas de fuego deberían conmover la conciencia de los Estados Unidos, para ponerle término a lo que es una de las peores muestras de irracionalidad.

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