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La cumbre ignorada

"La cumbre de Viena, con todos sus defectos y prevenciones, no está mal para lo que debería ser el principio del fin de la tragedia que se vive en el Oriente Medio y de la peor amenaza contra la estabilidad mundial de la última década".

3 de noviembre de 2015 Por:

"La cumbre de Viena, con todos sus defectos y prevenciones, no está mal para lo que debería ser el principio del fin de la tragedia que se vive en el Oriente Medio y de la peor amenaza contra la estabilidad mundial de la última década".

La explosión del Airbus 321 de la línea rusa Kogalimavia en pleno vuelo mientras volaba sobre territorio egipcio, con saldo de 224 víctimas mortales, concita la atención mundial. Aunque se lanzan hipótesis sobre un posible error humano o una falla técnica, toma fuerza la reivindicación del Estado Islámico como un acto en contra del resto de la humanidad.La catástrofe sobreviene en medio de la agitada situación de Oriente Medio. Si se comprueba que fue un atentado del EI, la intervención de Rusia en la guerra de Siria tendrá otro sentido. Ésta vez, se tratará de unir a todos los Estados que deben enfrentar lo que es la peor amenaza a la paz mundial.Horas antes de la caída del Airbus, diecisiete naciones, la Unión Europea y la ONU se reunieron en Viena, en una insospechada cumbre en la que se busca acordar una salida política al problema de Siria e Iraq. A pesar del carácter irreconciliable que existe entre algunos de los países presentes, se busca también crear un frente común para luchar contra el EI.Tal reunión no puede ser ignorada. Menos aún, cuando la actitud agresiva de quienes se apropian del Islam para declarar una guerra contra los ‘cruzados’, término con el cual definen a los países occidentales y los seguidores del cristianismo, está causando una confrontación que crece en el terror y el desprecio a la dignidad humana.Si bien es casi normal encontrar sentados en la misma mesa a Estados Unidos y Rusia, con sus diversos intereses geoestratégicos y económicos en el área, no lo es el hecho de ver que también coincidieron en el mismo espacio Irán y Arabia Saudita, los representantes más autorizados de las corrientes chiitas y suníes.A ellos se agregan Turquía con su significado para Occidente y Oriente, e Iraq, origen y epicentro histórico de buena parte de la convulsión actual, China, el Reino Unido y Francia. Es pues una cumbre propiciada por la locura de los extremistas musulmanes y la necesidad de dar fin a sus delirios.Los nueve puntos que quedaron plasmados en un comunicado apuntan hacia una salida política que incluya elecciones libres que forman parte de “los derechos de todos los sirios, al margen de su etnia o confesión”. Eso correspondería con una Siria laica, en la que la independencia y la integridad territorial, como reza otro de los asuntos convenidos, son fundamentales. Por supuesto se promulga derrotar al EI y a “otros grupos terroristas”.Decirlo así, se hace rápido. Otra cosa es su aplicación. Temas como la permanencia en el poder de Bashar al-Asad no serán fáciles de resolver. Tampoco el punto de los “grupos terroristas” con los cuales unos y otros tienen coincidencias en materia religiosa, de posición geográfica o corresponden a la lógica de ser sus aliados por su carácter de enemigos de sus enemigos.Sin embargo, habría que decir que por algo se empieza. La cumbre de Viena, con todos sus defectos y prevenciones, no está mal para lo que debería ser el principio del fin de la tragedia que se vive en el Oriente Medio y de la peor amenaza contra la estabilidad mundial de la última década.

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