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La ceguera del centralismo

Por causa del centralismo, Colombia parece empeñada en ignorar el desarrollo del Pacífico, como si se negara a aceptar que la región es mucho más que problemas. Esa es la visión cerrada que ha impedido aprovechar las oportunidades de progreso que ofrece.

19 de febrero de 2020 Por: Editorial .

Por causa del centralismo, Colombia parece empeñada en ignorar el desarrollo del Pacífico, como si se negara a aceptar que la región es mucho más que problemas. Esa es la visión cerrada que ha impedido aprovechar las oportunidades de progreso que ofrece.

Buenaventura es el ejemplo; además de ser la ciudad colombiana más importante sobre el Océano Pacífico, es el puerto natural por el que se mueve el 50% de la carga que entra o sale del país. Pese a ello se le ha negado la posibilidad de profundizar el canal de acceso con el fin de permitir el ingreso de los barcos de última generación, con tecnología más moderna y de mayor calado, por lo que necesitan más espacio para maniobrar. Ahí está la razón para que en el 2019 se dejaran de recibir seis millones de toneladas de carga, un 28% menos que en el 2018.

Es el obstáculo que impide ver desde la altura de Bogotá el valor geopolítico y estratégico que tienen el Pacífico y en particular Buenaventura para el desarrollo nacional, así como el mar de posibilidades que se abriría para una de las regiones más abandonadas del país. Frente a ello, apenas se escuchan débiles voces de protesta, siendo la del Valle, valga la pena decirlo, la única que se hace sentir para reclamar mayor atención y compromiso del Estado.

La respuesta, no obstante, sigue siendo la misma, una inexplicable indolencia y una aún mayor indiferencia hacia lo que ocurre. No profundizar el canal de acceso a la bahía de Buenaventura es como cerrar la principal puerta que tiene Colombia hacia el Pacífico y aislar a la ciudad y al puerto más importante de Colombia frente al comercio mundial del Siglo XXI.

Quizás esa es la intención de quienes se niegan a tomar las decisiones que necesita Buenaventura, seguramente empujados por la obsesión de algunos de construir un puerto en Tribugá, que como se ha demostrado causaría un daño ecológico incalculable y afectaría el patrimonio más importante del Pacífico colombiano: su biodiversidad.

Igual que ha ocurrido en los últimos años cuando se habla de la infraestructura que se necesita para hacer al Puerto más eficiente y fuente de oportunidades para su población, o cuando se reclama que se concluya lo que ya está en marcha, la ANI y el Ministerio de Transporte dan respuestas vagas. El dragado del canal no es un capricho, es una necesidad para una ciudad donde operan cinco sociedades portuarias, que además son la única fuente estable y legal de generación de empleo e ingresos.

El problema hay que enfrentarlo como es. No es con políticas asistencialistas y el nombrar a Buenaventura sede de la próxima cumbre de la Alianza del Pacífico, desconociendo las limitaciones que tiene la ciudad, como se aprovechará el valor de Buenaventura. Cumplir con el dragado es una prioridad, así como definirle un norte al progreso que requiere el Pacífico colombiano.

Lo que no puede ser es que el centralismo siga ofreciendo soluciones remediales y asistencialistas a una región que necesita impulsar su desarrollo y autonomía económica para evitar que continúe siendo víctima del narcotráfico, el crimen organizado y de la violencia.

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