La barbarie en Ucrania

Es un deber encontrar la manera de parar el crimen y la crueldad que la Rusia de Vladimir Putin está cometiendo contra la nación ucraniana

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6 de mar de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 11:40 a. m.

Angustiado e impotente, el mundo contempla la manera en que el ejército invasor de Rusia aplasta todo a su paso por Ucrania, asesina familias y personas desarmadas y desconoce los llamados para que detenga la barbarie desatada por Vladimir Putin. Ya no es solo un asunto de respuestas para sancionar a los autores de esos crímenes, sino de apelar al sentido humanitario para contener lo que se está convirtiendo en un genocidio contra el pueblo ucraniano.

Ciudades sitiadas en las cuales se incumplen supuestos acuerdos que autorizan corredores humanitarios para que los habitantes de esas comunidades bajo fuego puedan salir y salvar por lo menos sus vidas. Rabiosas embestidas de uno de los ejércitos más poderosos del mundo que destruyen monumentos, edificaciones, centros de gobierno o de comunicaciones y edificios de habitación dejando un “reguero de sangre” al cual aludió el papa Francisco pidiendo que cese.

Y una valerosa resistencia de Ucrania, de su gente, su ejército y sus autoridades que responde a la agresión más insólita desde la Segunda Guerra Mundial, cuando Adolf Hitler y el nazismo invadieron primero a Checoslovaquia y luego al resto de Europa, reclamando el “espacio vital” como disculpa para lo que era su intención de montar una hegemonía. La diferencia está en que Putin empezó con el respaldo a los intentos separatistas de los prorrusos en la frontera, luego habló de actuar como “fuerza de paz” en Ucrania para justificar la invasión, y ahora dice que se trata de un acto de defensa legítima contra la amenaza que para Rusia significa el país que ha hecho víctima de la peor de las brutalidades.

El otro aspecto no menos preocupante de esta absurda guerra que condena todo el mundo civilizado y sólo respaldan algunas dictaduras sangrientas, es el efecto que ya está sintiendo en carne propia el pueblo ruso, debido a las medidas económicas y el aislamiento que aplica Occidente contra su país. Con un agravante: según se sabe, ya pueden contarse por miles las personas apresadas en Rusia por protestar contra una guerra que no tiene justificación alguna, la cual destruye una nación cercana y con lazos que se hunden en la historia.

Pero Putin se niega a detener el holocausto al cual ha condenado a un pueblo que él mismo llama hermano de los rusos. Desde esa perspectiva, la invasión es una guerra fratricida usada por él para presionar concesiones de Europa y de Estados Unidos, en la cual, la tragedia, el horror y la destrucción que causa no parecen importarle frente a su objetivo de recuperar y ampliar el papel de Rusia en el escenario mundial. Y de paso, para imponer su particular forma de ejercer el poder.

Es claro que Occidente no puede involucrarse en una guerra que además de injusta es una provocación que puede llevar a una conflagración atómica de consecuencias catastróficas para toda la humanidad, y que se han tomado medidas que ya están produciendo efectos contra el invasor. Sin embargo, es un deber encontrar la manera de parar el crimen y la crueldad que la Rusia de Vladimir Putin está cometiendo contra la nación ucraniana

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.

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