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La amenaza nuclear

Así las cosas, Putin sabe que su capacidad para extorsionar a Occidente puede estar perdiendo fuerza, mientras su ejército no parece tener la capacidad suficiente para mantener la invasión y ahora está en retirada.

2 de octubre de 2022 Por: Editorial .

Un día después de declarar la anexión a Rusia de cuatro regiones de Ucrania, Vladimir Putin tuvo que aceptar una nueva derrota en la ciudad de Lyman, clave para el suministro y la logística de su ejército invasor. Y el mundo vuelve a sentir la amenaza nuclear, producto de las difíciles circunstancias del que se dice ser el segundo ejército en el planeta, ahora acosado por la feroz y exitosa resistencia de las fuerzas ucranianas.

La diferencia está clara y se ha presentado en otras ocasiones. Como pasó en Afganistán, mientras Ucrania lucha por su supervivencia y cada uno de sus combatientes tiene claro que el asunto es de vida o muerte en su país, los soldados rusos no saben por qué están ahí. Y sus jefes, desde el presidente Putin hasta sus comandantes militares, están recurriendo a medidas que, como la conscripción forzada de trescientos mil jóvenes para llevarlos a la guerra, solo aumentan la desmoralización de la nación que se refleja en la huida hacia las fronteras para eludir la orden y en la alarma de millones de familias.

En medio del avance sostenido de una Ucrania armada y soportada por los Estados Unidos y Occidente, la escasez de gas ruso sigue gravitando en las economías europeas y en las preocupaciones de ese continente. Aunque también está claro que todo puede ser cuestión de tiempo, los
mercados del resto del mundo están en capacidad de producir el combustible que demanda el viejo continente, y los esfuerzos técnicos y logísticos se concentran en resolver la dificultad para transportarlo, lo que redunda en el costo y el tiempo de entrega.

Así las cosas, Putin sabe que su capacidad para extorsionar a Occidente puede estar perdiendo fuerza, mientras su ejército no parece tener la capacidad suficiente para mantener la invasión y ahora está en retirada. En tanto, su país es una olla a presión donde los opositores a la guerra sin
sentido en Ucrania crecen y sus aliados de mano dura protestan por la derrota y exigen ya el uso de armas nucleares para rescatar el honor y mostrar el poder que se desgasta en todos los escenarios y obliga a países como China e India a pedirle de manera hasta ahora prudente que detenga la guerra.

Sin duda, la economía mundial se ha deteriorado a tal punto que el 2023
se anticipa como un año de recesión, carestía e inflación. Pero también es claro que Occidente podrá asumir el costo del desafío ruso al costo que sea necesario, y que uno de los más damnificados será China y su expansionismo económico que ahora enfrentará la recesión de los socios comerciales que le trajo el impulso de la globalización en el Siglo XXI, convirtiéndola en la segunda economía del planeta y demostrando que el mundo puede convivir en medio de las diferencias.

Queda entonces la necesidad de neutralizar la posibilidad de que Putin utilice su poder nuclear en Ucrania para evitar la derrota total, lo que puede desatar la tercera guerra mundial y la reacción de Estados Unidos y Europa, ante la notoria inutilidad de la ONU para mantener la paz. Ello implica ofrecerle salidas decorosas al presidente ruso, antes de que sea demasiado tarde.

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