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Información responsable

Es la guerra de la desinformación que confunde, aprovechando la libertad de las redes sociales para difundir mentiras que atemoricen a los ciudadanos

5 de mayo de 2021 Por: Editorial .

Ante la situación que atraviesa Colombia por la protesta social y la presencia del vandalismo que pretende apoderarse de ella, la información está jugando un papel fundamental en el ambiente que se ha venido creando entre la ciudadanía. Es la acometida de quienes pretenden aumentar la incertidumbre y difundir arengas incendiarias o mostrar a las autoridades legítimas como los autores de la tragedia que golpea a la Nación, en particular a Cali.

No es necesario ahondar mucho en las razones para afirmar que la borrasca de desorden y violencia que se produce en varias ciudades y regiones del país es la expresión de una estrategia calculada y sistemática para provocar confrontaciones y violencia a partir de la protesta legítima. En esa evidente intención, sus autores usan las redes sociales para enviar todas las noticias falsas que inventen para justificar el terror o para descalificar a las autoridades. Y al frente están quienes incitan a la respuesta irracional del Estado y de la sociedad, instigando a quienes con justicia se indignan porque sus derechos y su tranquilidad son atropellados por quienes promueven la anarquía.

Es la guerra de la desinformación que confunde, aprovechando la libertad de las redes sociales para difundir mentiras que atemoricen a los ciudadanos. Como ha ocurrido en otros países, esos medios, que deberían ser apoyos para el bienestar de la sociedad pueden transformarse en vehículos para sembrar el odio, deslegitimar las instituciones y crear una falsa imagen de poder de los violentos y de la debilidad del Estado para responderles y cumplir con sus obligaciones.

Los colombianos necesitan hoy más que nunca que se proteja la verdad sobre lo que está sucediendo y no la manipulación de que son objetos por las mentiras y las incitaciones que circulan en las redes, infortunadamente amplificadas por sectores de un periodismo que busca réditos explotando el sensacionalismo. Que no los sigan usando como rehenes de una avalancha de información tendenciosa o mentirosa, tratando de sembrar el miedo y el odio a través del terror o de deslegitimar a las autoridades con la mentira.

También requieren que los funcionarios del Estado procedan con la cautela que demanda la gravedad de lo que está ocurriendo, al informar sobre los hechos que afectan a la Nación y en particular a Cali. Si saben quiénes son los responsables de la violencia, que lo digan con precisión, evitando especulaciones que dejan dudas; o que guarden silencio prudente que evita aumentar la zozobra y la inconformidad.

Cuando la sociedad es atacada por la violencia organizada que desafía al Estado y aprovecha la inconformidad para sembrar el caos, hay que ayudarla a comprender lo que sucede, a formarse el juicio sereno sobre cuál debe ser el aporte de sus integrantes para superar la confusión y encontrar soluciones a los motivos de inconformidad. Allí es donde la información es instrumento de concordia y vehículo para alcanzar justicia y paz en democracia, y no herramienta para sembrar el odio, justificar la violencia, deslegitimar las instituciones y destruir la convivencia.

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