Fronteras abiertas

La reactivación comercial y de sectores como el turismo, también deberá beneficiarse con el paso libre, aunque con las condiciones de seguridad y los requisitos legales, para toda clase de vehículos incluidos los de carga.

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5 de ene de 2023, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 05:40 a. m.

Con la apertura del puente internacional José Antonio Páez en Arauca y la decisión de permitir la circulación de toda clase de vehículos entre Colombia y Venezuela, avanza el restablecimiento de los pasos fronterizos entre los dos países. Es el proceso lógico en la reanudación de las relaciones bilaterales entre dos pueblos hermanos, que se inició el pasado mes de septiembre y debe beneficiar en primer lugar a sus ciudadanos.

Siete años duró cerrado el paso fronterizo en el departamento de Arauca, al igual que en la mayoría de las vías de comunicación limítrofes, como consecuencia de las difíciles relaciones entre los gobiernos de ambas naciones desde que el chavismo se hizo al poder en 1999. La intervención en asuntos de nuestro país, la complacencia con los grupos armados ilegales colombianos y su tolerancia con el narcotráfico, las expropiaciones a empresas nacionales y el impago a los exportadores de nuestro país llevaron a que en varias ocasiones se rompieran las relaciones diplomáticas, políticas y económicas.

Con Nicolás Maduro como sucesor de Hugo Chávez, solo empeoró la situación. La crisis provocada por el régimen autoritario condujo al deterioro sistemático de las condiciones de vida de su población, llevó al éxodo de millones de venezolanos que en su mayoría emigraron a Colombia y las restricciones empeoraron. El cierre de la frontera agudizó las miserias en el vecino país y de su gente, mientras las trochas ilegales se convirtieron en la única posibilidad de traspasar las fronteras, lo que fue aprovechado por miembros de la guardia bolivariana y los grupos ilegales para su beneficio.

La llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia, y su afinidad manifiesta con el ‘Socialismo del Siglo XXI’, permitió que en septiembre del año anterior las relaciones diplomáticas se retomaran, al igual que el comercio bilateral y la reapertura paulatina de los pasos fronterizos, inicialmente en Norte de Santander y ahora en Arauca. Los beneficios directos de ello deberán ser para los ciudadanos del común, los empresarios de ambos lados, quienes huyeron en el gran éxodo de los últimos años y aquellos que han padecido la violencia que se agudizó con los cierres de las zonas limítrofes, que nunca debieron ocurrir y fueron utilizados con fines politiqueros.

La reactivación comercial y de sectores como el turismo, también deberá beneficiarse con el paso libre, aunque con las condiciones de seguridad y los requisitos legales, para toda clase de vehículos incluidos los de carga. Entre octubre y diciembre, luego del restablecimiento de relaciones, las ventas de Colombia hacia Venezuela alcanzaron los US$700 millones, por lo que la expectativa para el 2023 es que llegue por lo menos a US$4.000 millones.

Quedan expectativas por resolver, como por ejemplo qué medidas tomará el régimen chavista para controlar el narcotráfico ahora que la comunicación vial se ha abierto legalmente en la frontera y cuál será su posición con las organizaciones criminales que, como bien se sabe, circulan de manera libre y en muchos casos consentida por las autoridades venezolanas. Y es de esperar que esta decisión de apertura definitiva de los gobiernos de Colombia y Venezuela vaya en favor de unas relaciones sanas, que favorezcan en primer lugar a dos pueblos unidos por su cercanía y su historia, y que no se sigan utilizando con sesgos ideológicos o populistas.

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