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Entre la guerra y el acuerdo

El resultado obvio fue la reanudación, por lo menos formal de los intentos para conseguir el uranio enriquecido que convierte en potencia nuclear a Irán y, de paso, la reacción de los países vecinos encabezados por Israel

11 de abril de 2021 Por: Editorial .

Como era de esperar, la llegada de Joseph Biden a la presidencia de los Estados Unidos significó un cambio en la posición de su país frente a Irán y el tratamiento a sus intentos por tener armas nucleares. Sin embargo, en el mundo queda aún pendiente la posibilidad de resolver ese largo y dispendioso litigio mediante una confrontación de carácter bélico.

Luego de grandes esfuerzos diplomáticos, en el 2015 se firmó un acuerdo entre las potencias mundiales e Irán mediante el cual se levantaban las sanciones a este último causadas por su obsesión en desarrollar armas atómicas, lo que de concretarse alteraría el equilibrio para mantener la paz en el mundo. Dirigido por un gobierno religioso de corte islámico que se enfrenta al mundo árabe encabezado por Arabia Saudita, y beligerante contra Occidente, en especial los Estados Unidos, y con declaraciones sobre su interés en desaparecer a Israel, Irán era entonces un foco de conflictos regionales y globales.

Vino la negociación y con ello se logró que los ayatollahs aceptaran suspender sus maniobras y la construcción de centrales nucleares capaces de producir esas armas, a cambio de levantar las sanciones que pesaban sobre su régimen y de permitir su reincorporación a la comunidad internacional. Acuerdo que en el caso de los Estados Unidos duró hasta la llegada de Donald Trump a su presidencia, el aumento en la desconfianza y la reaparición de sanciones que causan además graves dificultades a los habitantes de ese país.

El resultado obvio fue la reanudación, por lo menos formal de los intentos para conseguir el uranio enriquecido que convierte en potencia nuclear a Irán y, de paso, la reacción de los países vecinos encabezados por Israel, que ven en ese vecino un peligro para su existencia. De ahí que se hayan producido acuerdos que reanudan las relaciones entre árabes e israelíes, algo impensable hace pocos años, acompañados de declaraciones sobre la posibilidad de unirse para impedir el intento iraní por conseguir la bomba nuclear.

Y entre tanto, el lenguaje agresivo, los ataques mutuos entre Estados Unidos e Irán, así como los sabotajes contra los intereses de Arabia Saudita y las intenciones de Irán por ampliar su influencia y dominio en Oriente Medio, han ido creando una peligrosa atmósfera. De ahí que el presidente Biden haya procedido a reintegrarse a las negociaciones como fórmula para detener lo que puede ser una conflagración de consecuencias impredecibles.

Con esos antecedentes, Viena volvió a ser escenario de la posible reintegración de los Estados Unidos al tratado firmado por Barack Obama y proclamado entonces como un triunfo de la diplomacia. En una negociación poco usual, donde estadounidenses e iraníes hablan por separado con los demás integrantes del acuerdo que actúan como amigables componedores, las esperanzas están puestas en encontrar un acuerdo que desactive lo que puede ser una guerra en la cual morirán miles de inocentes.

Pueda ser que la nave llegue a buen puerto y se consiga el acuerdo para evitar la guerra que amenaza a Oriente Medio y al mundo en general.

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