Empieza la vacuna

A partir de hoy, Gran Bretaña será el epicentro hacia donde se dirigen los ojos y los oídos del mundo occidental. Al iniciar el uso de una de las vacunas contra el Covid-19, uno de los países más golpeados por la pandemia se convierte en el escenario de lo que puede ser el final de una de las peores amenazas para la humanidad en la vida moderna.

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7 de dic de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 24 de may de 2023, 12:44 a. m.

A partir de hoy, Gran Bretaña será el epicentro hacia donde se dirigen los ojos y los oídos del mundo occidental. Al iniciar el uso de una de las vacunas contra el Covid-19, uno de los países más golpeados por la pandemia se convierte en el escenario de lo que puede ser el final de una de las peores amenazas para la humanidad en la vida moderna.

Hace un año, China empezó a reconocer de manera oficial la existencia del llamado Sars-Covid-19, que brotó en Wuhan, ciudad en el corazón del enorme país y centro de comunicaciones con el resto del mundo.
Ante sus peligrosas y mortales consecuencias, su gobierno tomó las más drásticas medidas, actuando casi a ciegas y luego de tratar de ocultar los terribles efectos de un coronavirus que, según se dice, nació en el mercado de esa ciudad como resultado del consumo de animales salvajes.

Mientras China reaccionaba de manera drástica, el mundo recibió el anuncio con una mezcla de incredulidad y de medidas suaves que trataron de impedir el pánico que, al final se regó por todas partes ante la velocidad del contagio en Europa, Gran Bretaña, los Estados Unidos y América Latina. Frente a ello, el propósito de defender los intereses políticos, económicos y de negocios debió ceder ante la necesidad de proteger la salud de los seres humanos.

Esa realidad ha dejado estragos. Un millón seiscientos mil muertos hasta ahora, la economía mundial frente a una recesión súbita y nunca imaginada y la necesidad de continuar el aislamiento social contrastan con la visión según la cual hay que abrir las sociedades para contener la debacle y la perspectiva de algunos gobernantes que aún hoy se obstinan en negar la letalidad del coronavirus.

Pero también debe reconocerse el esfuerzo científico por encontrar una solución definitiva. Es el ejercicio de la inteligencia humana puesta al servicio de la creación de una vacuna contra el enemigo que no discrimina, el que ha permitido que tanto en China como en Rusia se haya iniciado la vacunación, y hoy arranca en uno de los países más desarrollados y a la vez más golpeados por el Covid-19.

Para Gran Bretaña será un esfuerzo descomunal y desafiante en materia logística el vacunar a por lo menos veinte millones de personas a la mayor brevedad, es decir, meses. Con lo cual y si tanto el esfuerzo como la vacuna producida por los laboratorios Pfizer y BioNTech tienen éxito, la humanidad podrá empezar a respirar con mayor tranquilidad, luego de un año de tragedias, víctimas, crisis, encierros, y golpes de ciego causados por un virus invisible al ojo humano y letal para muchos de los contagiados.

Entre tanto, el mundo debe reconocer sus limitaciones para anticipar amenazas como el coronavirus, y aguarda que los resultados de esa vacunación tengan los alcances que se esperan, mientras otros grandes laboratorios se preparan para entregar las suyas. Es la solución,
providencial si se quiere, que la humanidad espera con impaciencia para detener una tragedia que la estremece y poder superar un momento inesperado y dramático causado por el reto de la naturaleza en la época de la tecnología y el conocimiento.

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