El último paso

Dos meses tendrán los chilenos para enterarse sobre lo que definieron los integrantes de una asamblea compuesta por la más variada gama de legisladores.

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10 de jul de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:49 p. m.

En dos meses, los chilenos en capacidad de elegir decidirán la suerte de su Constitución. Se sabrá entonces si los deseos de cambio que se reflejaron en la elección de su Convención Constituyente lograrán imponerse o si continuará la Carta acordada para el retiro de la dictadura de Augusto Pinochet, vigente desde 1980.

La votación que tendrá lugar el próximo 4 de septiembre será el final de un proceso largo y prolijo, que tuvo como antecedente el llamado estallido social de noviembre de 2019 y se inició con la convocatoria de un plebiscito. El 50% del censo electoral eligió una Convención en la cual los representantes de los sectores independientes obtuvieron más de las dos terceras partes de su composición y los partidos tradicionales quedaron en minoría, recibiendo una derrota histórica, a pesar de los resultados obtenidos en términos de progreso.

Ahora, y luego de los debates y las consultas en los cuales se trató de precisar su contenido, el presidente Gabriel Boric dio el inicio de la última etapa. El aborto como derecho fundamental, el remplazo del Senado por una representación regional, la paridad entre hombres y mujeres en la dirección del Estado, la consagración de un Estado Plurinacional conformado por once etnias a las cuales se les reconoce más autonomía, poder de veto y jurisdicciones autónomas, así como un modelo de estado social y democrático que puede proveer bienes y servicios, son algunas de las grandes novedades.

A ellas las acompañarán drásticas reformas que estatizan el manejo de las pensiones y los servicios de salud, así como la declaración del agua como derecho fundamental y bien inapropiable. Son la eliminación del neoliberalismo que imperaba en temas que en casi toda América son reconocidos como obligaciones del Estado.

Aunque los conocedores afirman que la propuesta tiene casi todos los elementos que originaron la protesta social, ellos y las encuestas muestran un gran escepticismo sobre la posibilidad de que los votantes la aprueben. En primer término, le reconocen grandes confusiones y dificultades para la realización de parte importante de su contenido. Y en segundo, destacan la falta de entusiasmo para derrotar el escepticismo que despierta en los electores, ante la innegable confusión que se presenta a lo largo de su texto.

A todo ello se suma la vertical caída del presidente Boric en el respaldo ciudadano, a pocos meses de posesionado. Su gestión, que representa ese cambio surgido de las protestas, es objeto de toda clase de críticas y decepciones, lo cual parece hacer un gran daño al liderazgo que se requiere para sacar adelante la que sin duda será la constitución más revolucionaria de América.

Dos meses tendrán los chilenos para enterarse sobre lo que definieron los integrantes de una asamblea compuesta por la más variada gama de legisladores. El 4 de septiembre, el Plebiscito de Salida dirá si ese cambio, fruto de las más diversas propuestas presentadas por los integrantes de la variopinta Convención, se convertirá en Constitución o si seguirá vigente la pactada en 1980 para acabar con la dictadura de Augusto Pinochet.

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