El riesgo es real
Ojalá las previsiones sobre el fenómeno de La Niña en Colombia no alcancen los niveles que han proyectado el Ideam y las entidades meteorológicas internacionales. Pero nada sería más grave y riesgoso que desconocer esos avisos de alerta como ocurrió en Mallama, donde se hizo caso omiso a las advertencias.
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5 de nov de 2021, 11:55 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:28 a. m.
Que aún no se presente en la mayoría del territorio nacional una temporada de lluvias catastrófica, no quiere decir que el fenómeno de La Niña desapareció. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, mantiene en el 93% la posibilidad de que se fortalezca y cause estragos en los próximos tres meses y para eso hay que estar preparados.
Aunque la fuerza de La Niña no esté en su máxima expresión, ya hay tragedias que son avisos de alerta para el resto del país, como la ocurrida el martes en Mallama, Nariño, donde perecieron 17 personas y 9 más resultaron heridas. Si bien la naturaleza es impredecible, se podía suponer que en el lugar se presentaría un desastre tarde o temprano: era un terreno inestable, a pie de una montaña sobre la que existían avisos de riesgo y se habían dado órdenes de evacuación que nadie hizo cumplir.
Situaciones similares se presentan en Colombia cada vez que llegan las lluvias o se presenta La Niña porque no ha sido posible elaborar un mapa de riesgos que permita determinar las zonas más expuestas a los peligros de la naturaleza. Si ese mapa se tuviera para cada municipio, para cada departamento y se acompañara de las medidas de prevención pertinentes, habría mayor capacidad para prevenir los desastres.
La curva de aprendizaje parece que no se aplicara en el país. El hecho de que el nivel de las precipitaciones no se sienta aún en extremo, no quiere decir que no se deban tomar medidas. Nada explica que una nación con un historial de catástrofes naturales o con experiencias como las que se vivieron entre noviembre del 2010 y marzo del 2011, cuando se presentó el peor fenómeno de La Niña en la historia de Colombia, que no perdonó ninguna región del territorio nacional y enluto a cientos de familias, los sistemas de prevención y atención de desastres sean frágiles.
Que no haya pasado nada en el Valle, por ejemplo, no significa que se pueda estar tranquilos. Los niveles del río Cauca pueden subir en cualquier momento, como ya lo ha previsto el Ideam, y las inundaciones afectarían a buena parte del departamento. Y es factible que se repitan los eventos frecuentes desde hace medio siglo en las zonas de ladera de Cali porque los males que causan los deslizamientos no se han solucionado.
Si bien ahora hay que actuar de emergencia, encontrar soluciones precipitadas para enfrentar cualquier eventualidad, así como activar las oficinas de prevención y atención de riesgos locales y departamentales, se deben tener respuestas definitivas. En el caso de Cali hay que culminar cuanto antes las obras de reparación y adecuación del Jarillón del río Cauca, así como concluir las reubicaciones de quienes aún invaden el sector, porque aunque los avances son evidentes existe el riesgo de desbordamientos del río que pondrían en peligro a más de un millón de habitantes de la ciudad.
Ojalá las previsiones sobre el fenómeno de La Niña en Colombia no alcancen los niveles que han proyectado el Ideam y las entidades meteorológicas internacionales. Pero nada sería más grave y riesgoso que desconocer esos avisos de alerta como ocurrió en Mallama, donde se hizo caso omiso a las advertencias.
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