El rechazo de Chile
Con ello obligaron a Boric a reconocer el fracaso y a prometer un nuevo intento en el cual se debe respetar la tradición chilena, la voluntad popular y la voz de todos los sectores de la sociedad.
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5 de sept de 2022, 11:55 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:57 p. m.
Con un voto que no dejó margen para la duda, el 61,86 % de los 13 millones de chilenos que acudieron a las urnas le dijeron no a la propuesta de reforma constitucional que pusieron a su consideración. Así queda descartada la radicalización que pretendía el gobierno de Gabriel Boric, y se puede iniciar un nuevo proceso que incluya a quienes tienen experiencia, a quienes están de acuerdo con el cambio pero fueron excluidos por no pertenecer a los extremismos de izquierda y a ese intento populista de ofrecer lo imposible para conseguir adeptos.
Hace tres años se produjo la revuelta más grande de las últimas décadas en el país austral, desencadenada por las tarifas del Metro y transformada en la protesta general contra la situación de su país.
Cambio pedían entonces los chilenos que exigían más sensibilidad social en un sistema que había generado crecimiento y desarrollo indiscutibles, pero mostraba signos de inequidad que se expresaba en desequilibrios notorios en su sociedad.
Entonces se acusó a la Constitución de 1980 que fue negociada con el régimen de Augusto Pinochet como causante de esos problemas. Y se desconoció la labor de 40 años de los dirigentes del socialismo moderado que en varias ocasiones presidieron al Estado, o la que adelantó el conservatismo también moderado.
Dos años duró el proceso, se eligió una “convención constitucional” en la cual participaron sectores que nada tenían que ver con la política al lado de avezados dirigentes de izquierda, y se entregó un proyecto que desató la crítica y el rechazo. Entre tanto, una mayoría estrecha eligió a Boric como presidente de Chile, un militante del partido comunista chileno que demostró arrogancia, producto de los triunfos electorales.
El pasado domingo, la mayoría rotunda de los votantes le dijeron no al proyecto de constitución que defendía el presidente Boric a pesar de las prohibiciones expresas de la ley. No aceptaron las propuestas para dividir a Chile en minorías que destruyen la unión nacional y aquellas que no dejaban en claro el respeto a los derechos que esa nación ha construido a través del tiempo en materia de libertad, de igualdad y de convivencia.
Con ello obligaron a Boric a reconocer el fracaso y a prometer un nuevo intento en el cual se debe respetar la tradición chilena, la voluntad popular y la voz de todos los sectores de la sociedad. Él entendió que es el momento de rectificar si quiere sacar adelante la voluntad de cambio de su nación, y que no es el regreso de la dictadura de Pinochet, como lo expresó el presidente de Colombia, Gustavo Petro, declaración que además de azuzar los radicalismos es lo más parecido a una intromisión en los asuntos internos de Chile.
A partir de ahora, Chile iniciará de nuevo su proceso de cambio en el Congreso, donde están representados todos los espectros de la política nacional, y donde se puede lograr el consenso necesario para conseguir el cambio que piden los chilenos sin el extremismo que pretendieron imponer quienes se apropiaron de la constituyente hoy derrotada. Así debe ser en una democracia verdadera y no excluyente.
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