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El otro desafío

Así como se han tomado medidas urgentes y necesarias para controlar la expansión del Covid-19 en Colombia, aparece también la inquietud sobre su impacto en la economía. Por ello hay que pensar en lo que se va a hacer para evitar lo que puede ser una crisis de enormes proporciones para toda la sociedad.

22 de marzo de 2020 Por: Editorial .

Así como se han tomado medidas urgentes y necesarias para controlar la expansión del Covid-19 en Colombia, aparece también la inquietud sobre su impacto en la economía. Por ello hay que pensar en lo que se va a hacer para evitar lo que puede ser una crisis de enormes proporciones para toda la sociedad.

Confinar a la población es incuestionable como el instrumento más eficaz para evitar los contagios, así como es fundamental destinar recursos para la salud y anticiparse a los efectos que, ojalá no se produzcan, ocasionará la demanda de servicios en los hospitales. Hasta ahora, el mensaje del Gobierno Nacional ha sido claro en el sentido de disponer lo necesario para ello.

Pero ese confinamiento ya está produciendo lo que era de esperar, una parálisis en toda clase de negocios, grandes, medianos y pequeños. También son conocidas las medidas que tanto desde el Ejecutivo en su carácter de autoridad fiscal como desde el Banco de la República como autoridad monetaria se están tomando para enfrentar las dificultades de liquidez que se están presentando y los problemas en la atención de créditos y pagos al sistema financiero por las deudas adquiridas hasta ahora.

La pregunta es qué se va a hacer ante la prolongación de la cuarentena hasta el próximo 13 de abril. Y cómo podrán los distintos sectores productivos, de servicios e informales, aguantar el impacto del cierre de los mercados. Más aún, qué respuesta puede darse al sector informal que representa el 50% de la actividad económica, aquel que permite la supervivencia de miles de personas y familias mediante las ventas ambulantes y el desempeño de labores que demandan un gran volumen de mano de obra no calificada.

En ese sentido también hay que llamar la atención sobre el impacto que está teniendo la emergencia en las empresas, muchas de las cuales han recurrido al trabajo a distancia en la medida en que lo permita la tecnología. Sin embargo, es claro que en muy poco tiempo deberán parar ante la ausencia de mercados para sus productos y servicios, mientras agitan sus reservas financieras pagando los salarios y nóminas que tienen a su cargo.

De otra parte, el presidente de la República y demás voceros oficiales han divulgado varias decisiones para ofrecer liquidez a través de créditos, así como se han movido los plazos para cumplir las obligaciones tributarias. Todo ello, además de la abrupta caída de los precios del petróleo, significará un esfuerzo de proporciones hasta ahora desconocidas en las finanzas públicas, que obligarán a poner un límite para evitar el descalabro.

Son pues muchos los factores que inquietan, además de la salud, sin duda la gran prioridad de nuestra nación y del mundo. Es la necesidad de pensar en el futuro que le espera a nuestra economía, al mantenimiento y la generación de empleo, y a la estabilidad de las finanzas públicas.

Vale la pena entonces que se les hable con franqueza a los empresarios grandes, medianos y pequeños, a los que viven del rebusque y a todos los hogares sobre como enfrentará Colombia, el otro desafío, mantener con vida la economía, el empleo y la libre empresa.

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