Editorial
El nuevo gabinete
Lo que esperan la mayoría de los colombianos es que los cambios en el gabinete no impliquen una desviación de la intención, que anunció el Mandatario al posesionarse, de gobernar para todos los colombianos y de respetar las instituciones legítimamente constituidas.
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30 de abr de 2023, 04:45 a. m.
Actualizado el 30 de abr de 2023, 04:45 a. m.
Gran inquietud generó en el país el sorpresivo relevo de siete integrantes del gabinete del presidente Gustavo Petro; en particular, los de algunos ministros que le generaban confianza en el gobierno tanto a la opinión pública como a los mercados financieros y a los empresarios.
Sorprendió la salida del ministro de Hacienda José Antonio Ocampo, cuya presencia en el Ejecutivo, en sí misma, disipaba cualquier duda que pudiera existir acerca del rumbo que podría tomar la economía, bajo el actual gobierno. El mejor reflejo de la preocupación que causó el retiro de Ocampo fue que, al día siguiente de conocerse esa noticia, el dólar tuvo un alza de $172 frente al peso.
La llegada de Ricardo Bonilla a dicha Cartera y sus primeras declaraciones, en el sentido de que las variables macroeconómicas del país se respetarán, devolvieron cierta tranquilidad. Sin embargo, inquieta la poca independencia del nuevo ministro, y muchos se preguntan si en el momento en el que el Presidente pretenda afectar pilares de nuestra economía, como la independencia del Banco de la República, Bonilla tendrá la entereza de hacerle ver al Mandatario que ese no es el camino correcto, como lo hacía Ocampo.
También causó intranquilidad la salida de Alfonso Prada del Ministerio del Interior y la de Cecilia López, de Agricultura.
Con el retiro de estos funcionarios, precedido hace unas semanas por el del ministro de Educación, Alejandro Gaviria, en buena medida el gabinete de Petro pierde el halo pluralista que adquirió cuando se conoció la designación de estas personas, que provenían de orillas ideológicas diferentes a las del Presidente.
Percepción que se refuerza tras conocerse que quienes reemplazarán a los salientes ministros pertenecen al círculo de confianza del Presidente, incondicionales que de seguro no cuestionarán ninguna decisión del gobierno. Lo cual, por cierto, demuestra que aquello de que a Petro le gustaba tener un gabinete deliberante no pasaba de ser una frase sonora, porque ya no están en el gobierno quienes le quisieron hacer ver al Mandatario los riesgos de impulsar una reforma a la salud que no preservara las bondades de un sistema que, si bien tiene defectos, satisface a la mayoría de los colombianos.
En cambio, causó un inocultable alivio la salida del Ministerio de Salud de Carolina Corcho, cuya intransigencia y radicalismo impidieron el avance en el Congreso de la reforma que presentó el gobierno.
Ciertamente, el nuevo gabinete le debe generar mayor tranquilidad a una persona como Petro, poco amiga de los disensos y con un claro talante autoritario. Pero el costo de esa tranquilidad es alto, pues la coalición que conformó el Gobierno en sus inicios se rompió, con lo cual el tránsito de las reformas del Ejecutivo en el Congreso se hará tortuosa.
Lo que esperan la mayoría de los colombianos es que los cambios en el gabinete no impliquen una desviación de la intención, que anunció el Mandatario al posesionarse, de gobernar para todos los colombianos y de respetar las instituciones legítimamente constituidas.
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