El negocio del aseo
La liquidación definitiva de Emsirva, que deberá producirse este año, abre la posibilidad de que la administración del manejo de las basuras en Cali regrese a manos de la ciudad. La conveniencia de esa decisión, qué modelo de negocio se definiría o si el Gobierno local asumiría directamente la operación son asuntos que provocan inquietud.
Quince años después de la intervención de Emsirva por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos y trece desde que se ordenó su liquidación, el proceso concluirá como resultado de los acuerdos aprobados por el Concejo a finales del 2022, que le permiten a la Administración Municipal asumir el pasivo pensional, así como las deudas vigentes de la antigua empresa, debidamente fondeados a través de una fiducia. Ese costo impagable en su momento, junto con las acreencias que acumuló con los proveedores y las pérdidas que generaba, determinaron que la Nación tomara posesión de Emsirva.
En estos años la Superservicios le entregó la recolección de basuras en la capital del Valle a cuatro empresas especializadas a las que se les repartió el mercado por sectores. Es un esquema que en general ha funcionado, tanto así que en el año 2015 se prorrogaron sus contratos, que irán hasta febrero de 2024. De ahí el afán para que se concluya la liquidación, se le devuelva al Municipio la autonomía sobre la administración del negocio del aseo y sea este el que decida cómo y con quién se hará de ahí en adelante.
Si bien no hay un pronunciamiento del gobierno local sobre el modelo que seguiría, se conocen propuestas como la de entregarle la operación a Emcali, de manera parcial o incluso en su totalidad. La otra posibilidad es que se mantenga el esquema actual, con contratistas privados, y que antes de finalizar el año sea la Alcaldía la que realice el proceso licitatorio. Así se le devolvería la potestad a la ciudad, a la vez que se le entregaría la responsabilidad de adelantar la vigilancia y el control sobre la prestación del servicio.
Ahí comienzan las dudas. La primera es por qué cambiar lo que en términos generales funciona. Se debe reconocer que si en Cali existen problemas de basuras en espacios públicos no es por fallas críticas en el servicio de recolección. La cuestión es de cultura ciudadana, de caleños que sacan sus residuos a deshoras, de quienes los arrojan a las calles sin reparo alguno, por ello el asunto es en primer lugar de educación, sin que ello signifique que no se deban hacer ajustes.
Pensar en que la operación la realice de manera directa la ciudad o que lo haga a través de Emcali representa un riesgo y sería oneroso para las finanzas públicas. ¿Cómo se garantizaría que el manejo de las basuras en Cali no se utilice, de nuevo, para hacer politiquería o como fortín clientelista? ¿Sería ese servicio más eficiente en manos del sector oficial? ¿Por qué entregarle esa decisión a un gobierno que ya está de salida y sobre el que pesan graves cuestionamientos?
Será la Superintendencia de Servicios Públicos la que determine el paso a seguir, si le devuelve a la capital del Valle el manejo de sus basuras este año o si prorroga los contratos actuales después de febrero de 2024. Cali está por encima de cualquier interés particular que ello suscite.