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El mal ejemplo

Esa es la herencia que el populismo le ha dejado a Argentina desde que en 1948 se tomara el poder el entonces coronel Juan Domingo Perón, y ahora se disfraza de socialismo. Es el mal ejemplo de cómo comprar adhesiones, engañar y usar el poder en beneficio propio y en contra de la nación que lo elige para gobernarla.

23 de agosto de 2022 Por: Editorial .

Si algún país ha sido víctima del populismo, ese es Argentina. Ahora, la máxima exponente del sistema inventado por Juan Domingo Perón es acusada por la Fiscalía de corrupción a través de asociaciones ilícitas con un contratista que resultó altamente favorecido por la expresidenta y ahora vicepresidenta Cristina Kirchner.

El escándalo tuvo su máxima expresión el pasado lunes, cuando dos fiscales presentaron la acusación contra la señora Kirchner por negocios con un señor Lázaro Báez, que le costaron por lo menos mil millones de dólares al Estado argentino. Según las pruebas presentadas por los funcionarios judiciales, hubo de todo: favorecimiento en contratos en la provincia de Santacruz, donde mandan los Kirchner, compraventas de bienes con la familia presidencial de Cristina y Báez, licitaciones amañadas y operaciones fraudulentas para lavar las fortunas mediante falsas operaciones comerciales. Y decenas de contratos incumplidos de los cuales nada se sabe.

El enriquecimiento es grotesco: según la acusación, el patrimonio de Báez creció 12.000 % en once años y el de su empresa en 46.000 %. De otra parte, compró 293 inmuebles, 972 vehículos y una extensión de tierra equivalente a veinte veces las 20 mil hectáreas que abarca el área de Buenos Aires. Toda una fortuna de la cual se beneficia la familia Kirchner y sus colaboradores en una danza millonaria que contrasta con la crisis ya crónica que padece Argentina.

Esa acusación se suma a los otros juicios que le han adelantado a la hoy vicepresidenta y la figura más poderosa del gobierno de su copartidario y antiguo ministro, Alberto Fernández: ‘La ruta del dinero K’ y ‘Los cuadernos de la corrupción’ por cobro de comisiones a los contratistas. Con la vicepresidenta hay otros 12 acusados, entre los que está Báez, y esos procesos avanzan de manera lenta, lo que muestra la influencia del kirchnerismo en las altas esferas de la justicia de su país.

Todo eso fue posible en doce años de mandato. Y las actuaciones judiciales explican el porqué de la aceptación de la vicepresidencia de la señora Kirchner. Además de asegurar los votos para elegirlo, esa fue la manera de ampararse en un fuero que le garantiza protección contra la justicia y de asegurarle el control que necesita para seguir manipulando el poder en Argentina.

Como respuesta inmediata, la acusada pronunció un discurso acusando a todo el mundo y amenazando a los fiscales y a los jueces que se empeñan en descubrir la trama de corrupción de los Kirchner y el justicialismo. Como resultado, la Corte Suprema solicitó a la Policía que aumente la protección a los fiscales que la acusaron y a los jueces del tribunal que debe juzgar a la acusada y sus socios, acosados por los ‘militantes K’, como se conocen los seguidores de la jefa del peronismo.

Esa es la herencia que el populismo le ha dejado a Argentina desde que en 1948 se tomara el poder el entonces coronel Juan Domingo Perón, y ahora se disfraza de socialismo. Es el mal ejemplo de cómo comprar adhesiones, engañar y usar el poder en beneficio propio y en contra de la nación que lo elige para gobernarla.

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