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El futuro de los humedales

Si bien es deber del Estado disponer de las políticas ambientales y de los recursos necesarios para preservar y salvar los humedales, ello será insuficiente mientras a los colombianos no se les enseñe la importancia del papel que cumplen en el equilibrio del medio ambiente.

1 de febrero de 2019 Por: Editorial .

La razón principal para que los humedales en el mundo se estén acabando es la indiferencia. La que nace de no reconocer su importancia ni entender su papel en la vida del Planeta y para la protección de su población. Hoy, en el Día Mundial de esos espejos de agua, vale la pena recordar por qué hay que cuidarlos y evitar que desaparezcan en las próximas décadas.

Lo primero es saber que en la categoría de los humedales entran lagos, lagunas y pantanos así como las madreviejas o los deltas de los ríos y en general las superficies naturales cubiertas de agua. Lo segundo es comprender el rol que cumplen en la preservación de la vida, en la protección de especies y en la regulación del cambio climático.

Los humedales son los ecosistemas con más funciones en la naturaleza porque además de fuentes permanentes de agua para el consumo humano y para la agricultura, albergan una gran diversidad biológica, son el hábitat del 40% de las especies del Planeta y vitales para las que están de paso como las aves migratorias. También actúan como catalizadores de desastres naturales, son como esponjas capaces de absorber la lluvia por lo que ayudan a mitigar las inundaciones y en las zonas costeras actúan como barreras y evitan la erosión.

En tiempos de cambio climático cumplen además un servicio esencial: son los mayores almacenadores de carbono, capaces de absorber el 30% de CO2, es decir el doble de lo que hacen los bosques. Pero como se tiene poca conciencia de las tareas que realizan para beneficio de la Tierra, los humedales están desapareciendo al triple de la velocidad que las zonas boscosas, en 50 años se ha perdido el 35% de ellos y se estima que en países como Colombia pueden desaparecer hacia la mitad de este siglo.

Por ello hay que protegerlos, sin escatimar en acciones ni en recursos para lograr que sobrevivan a la depredación a la que se les somete. En Colombia hay 31.702 humedales que abarcan una superficie de 22 millones de hectáreas; apenas 13 se encuentran en el programa de protección internacional Ramsar, entre ellos la Laguna de Sonso, el humedal más importante del Valle que luego de estar al borde de la desaparición hace un lustro, hoy está en recuperación.

El departamento hace esfuerzos por preservar los 100 humedales que aún le quedan luego de perder el 90% de ellos en los últimos 40 años, mientras que en Cali es crítica la situación de los 61 que aún sobreviven. Las lagunas de Charco Azul y el Pondaje, cuya labor es regular el caudal de los canales de aguas lluvias de la ciudad son el ejemplo de cómo por muchos esfuerzos económicos y técnicos que haga el Municipio para mantenerlos en óptimas condiciones la tarea se pierde si la comunidad no toma conciencia y ayuda a cuidarlos.

Si bien es deber del Estado disponer de las políticas ambientales y de los recursos necesarios para preservar y salvar los humedales, ello será insuficiente mientras a los colombianos no se les enseñe la importancia del papel que cumplen en el equilibrio del medio ambiente. La situación de esos ecosistemas es crítica y mientras prevalezcan el desconocimiento, la indiferencia y la indolencia sobre ellos, el destino de estas fuentes de vida, que tienen el poder de mitigar los riesgos de las amenazas naturales, será su irremediable desaparición.

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