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El Bravo Pueblo

Más de 30 muertos, centenares de heridos, 750 detenidos, y una fuerza que combina las entidades oficiales de seguridad y los grupos paramilitares para reprimir la protesta social, es el saldo que hasta ahora lleva la rebelión en Venezuela contra la dictadura que la asfixia.

26 de abril de 2017 Por: Editorial .

Más de 30 muertos, centenares de heridos, 750 detenidos, y una fuerza que combina las entidades oficiales de seguridad y los grupos paramilitares para reprimir la protesta social, es el saldo que hasta ahora lleva la rebelión en Venezuela contra la dictadura que la asfixia. Frente a esa realidad que no puede ser ocultada, no hay alternativa para los países de América, distinta a continuar la solidaridad con el pueblo de esa nación.

Las imágenes que se publican a diario muestran sin tapujos lo que está sucediendo en Caracas y en muchas ciudades. Son los ciudadanos que salen a las calles a protestar y a reclamar que les devuelvan su democracia, hoy secuestrada por la combinación de fuerza y corrupción dirigida por la camarilla en que derivó la que en un momento fue un cambio en la política venezolana.

Esos ciudadanos son enfrentados por la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional creada por el gobierno para asfixiar cualquier protesta con armas, gases lacrimógenos y cárcel. Dichas entidades son acompañadas por sicarios que se unen en grupos paramilitares motorizados y armados por el régimen, para asesinar a quienes expresen su inconformidad contra el horror hacia el cual ha derivado la revolución bolivariana.

Esa maquinaria de represión arbitraria y feroz es acompañada por un poder judicial incondicional al régimen, que ya no se preocupa siquiera por mantener la fachada de legalidad. Ahora apresa a los opositores sin fórmula de juicio, llevando a que la Fiscal General de ese país, chavista de vieja estirpe, reclame por los abusos que se están cometiendo. Por supuesto, la respuesta del gobierno y de sus aliados es silenciar a la Fiscal y arreciar su violencia contra la protesta descalificada con anticipación por el presidente del Tribunal Supremo de Justicia.

Ante tanto atropello, 16 de los 32 países que conforman la Organización de Estados Americanos, buscan reunir a los cancilleres en una nueva Cumbre para analizar los hechos y avanzar en la aplicación de la Carta Democrática. Como podía esperarse, la Canciller de Venezuela amenazó ya con retirar a su país de la OEA, usando su acostumbrado lenguaje procaz para descalificar la solidaridad del continente.

Esa es su forma, la del presidente Nicolás Maduro y de su régimen de eludir los compromisos que Hugo Chávez firmó en el 2001 en defensa de la democracia. Ahora, y como están haciendo con la Constitución que hizo aprobar el Coronel, van a hacer tabla rasa de sus obligaciones de respetar los Derechos Humanos y políticos de los venezolanos para imponer un sistema comunista manipulado desde Cuba, mientras la corrupción campea y los líderes del Ejército de Bolívar se empeñan en mantener la tiranía.

Pero frente a ellos está el Bravo Pueblo de Venezuela, que sigue protestando en la calle a pesar de la matanza y la represión furiosa de la dictadura. A su lado debe estar América, respaldando a una nación que como en ocasiones anteriores ha dado pruebas de su compromiso en defensa de la libertad, la justicia y el respeto por la democracia que Maduro y su camarilla tratan de asfixiar.

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