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De vuelta a La Habana

Ahora con el cambio hacia la izquierda decidido en las urnas, el país espera que el nuevo gobierno y su delegación logren lo que ha sido imposible en décadas de tratar de solucionar un conflicto mediante el diálogo.

11 de agosto de 2022 Por: Vicky Perea García

Cuatro años después de haber sido suspendidas a causa del atentado terrorista contra la Escuela General Santander en el cual murieron 22 seres humanos, el nuevo gobierno envió ayer una delegación a La Habana para revivir las negociaciones que lleven a terminar el conflicto con el Eln. Es una nueva oportunidad que se les ofrece a quienes se han negado o han frustrado decenas de procesos similares para cesar la violencia y reintegrarse a la sociedad.

Los colombianos conocen con suficiencia los esfuerzos que desde hace más de treinta años se han realizado para buscar un acuerdo que termine con lo que en principio fue una lucha política y contó con el respaldo del régimen castrista. Hoy, ese aire romántico ha dado paso a una organización vinculada al narcotráfico, a la minería ilegal y a todos aquellos delitos que generen réditos económicos.

Pero ese no ha sido el único cambio. Ahora es un grupo con presencia internacional, en la medida en que quienes manejan los grandes negocios están en Venezuela protegidos por la dictadura de Nicolás Maduro y los militares que lo acompañan, apoyando acciones como el reparto de las cajas de alimentos, las célebres Clap con los cuales el régimen compra lealtades a la vez que coacciona a quienes no lo apoyan.

Y hay otros más profundos. Se sabe por ejemplo que en Venezuela están varios de los más sanguinarios frentes de esa organización, los que atacan en nuestro país y explotan el narcotráfico que sale por el vecindario hacia los mercados internacionales. Y están también los que permanecen en Colombia, como por ejemplo en las selvas del Chocó, causando terror y aumentando el desplazamiento y la desesperanza en una de las regiones más abandonadas de Colombia.

A su lado están los tradicionales cabecillas que se quedaron en Cuba. En apariencia, son los jefes del Eln y es con ellos con quienes la delegación enviada por el presidente Gustavo Petro entablará las nuevas negociaciones con una organización cada vez más dispersa y más alejada de esos principios políticos que le dieron vida en las épocas doradas de la revolución cubana.

Aunque parece más preciso hablar de reanudar las iniciadas durante el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos. Éste fue el último intento, que sucedió las dos gestiones que adelantó el expresidente Álvaro Uribe Vélez, a su vez precedidas de las que realizó el expresidente Andrés Pastrana, las cuales fueron antecedidas por los diálogos en Maguncia, Alemania, donde la Iglesia Católica sirvió de mediadora, anfitriona y facilitadora de las negociaciones planteadas por el expresidente Ernesto Samper.

Es pues una larga fila de intentos frustrados por buscar la paz con el Eln, frustraciones causadas casi siempre por la arrogancia de sus integrantes y por el reiterado uso del terrorismo indiscriminado con el cual ha tratado de mostrar la fortaleza de la cual carecen. Ahora con el cambio hacia la izquierda decidido en las urnas, el país espera que el nuevo gobierno y su delegación logren lo que ha sido imposible en décadas de tratar de solucionar un conflicto mediante el diálogo.

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