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De nuevo, el sacrificio

No es nada fácil tener que ordenar el confinamiento de tres días como se producirá durante esta semana en Cali, o intervenir en todas las actividades que generan empleo e ingresos para los hogares que dependen de la informalidad

21 de abril de 2021 Por: Editorial .

Con una ocupación persistente del 93% de la capacidad de las Unidades de Cuidados Intensivos y un crecimiento acelerado de los contagios y muertes causadas por el Covid-19, Cali vuelve a vivir las peores épocas de la pandemia. Ante esa realidad, las autoridades municipales debieron enfatizar las medidas de aislamiento, que deberían ser acompañadas por la ciudadanía, la gran víctima de un enemigo invisible pero letal para muchos seres humanos.

De acuerdo con las medidas expedidas por el alcalde Jorge Iván Ospina, los caleños deberemos permanecer en nuestras casas para tratar de contener el contagio que se extiende con fuerza, debido a la combinación de factores: Entre ellos, el principal es el relajamiento de las conductas que dio paso a las aglomeraciones en las vacaciones de Semana Santa, así como la persistencia de fiestas y reuniones donde el consumo de licor se mezcla con el roce social, casi la única manera de transmitir el coronavirus.

El resultado está a la vista en las decenas de hogares que cada día deben registrar la pérdida de sus seres queridos, por lo general los adultos mayores, y en los centenares de personas que luchan por sus vidas o por su salud. Aunque la inmensa mayoría no muestra síntomas graves o está en riesgo de morir, debe recordarse que ellos se convierten en transmisores eficaces de una enfermedad que se ha llevado a 4284 caleños en el último año. En otras palabras, la falta de cuidado los transforma en aliados de un enemigo terrible.

Por ello, y como se está haciendo en todo el país ante el rebrote de la pandemia, las autoridades deben recurrir a la medida más extrema y que sin duda tendrá repercusiones sociales y económicas en una sociedad ya golpeada por un año de incertidumbres, y que hasta el momento soporta un toque de queda diario en las horas de la noche. No es nada fácil tener que ordenar el confinamiento de tres días como se producirá durante esta semana en Cali, o intervenir en todas las actividades que generan empleo e ingresos para los hogares que dependen de la informalidad y del trabajo que ofrecen empresas también golpeadas por la emergencia.

El objetivo esta vez es romper la tendencia que muestra la aparición del que se ha denominado el tercer pico de la pandemia. Objetivo que se cumplirá con mayor efectividad si cada uno de los caleños asume un comportamiento que evite la propagación del Covid-19, más aún cuando se estima que algunas de sus nuevas cepas ya llegaron a Colombia. Y aunque avanza la campaña de vacunación que terminará con la pesadilla, debe reconocerse que ésta no tiene la celeridad que es deseable para cubrir a todos los colombianos.

De nuevo aparece el sacrificio que significa el aislamiento prolongado, y se pone de presente la necesidad de asumir el deber de evitar las aglomeraciones y las conductas que ayudan a propagarlo. Mientras tanto, las autoridades municipales están obligadas a reorientar el manejo de los ingresos de Cali hacia la atención de la enorme tragedia que significan el aumento del desempleo y la creciente inseguridad que afecta a los habitantes de la capital vallecaucana.

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