Cuidado con la educación

La consecuencia de ello es que el 19,2% de niños y jóvenes de la ciudad están por fuera del sistema educativo, y puede tomarse un período largo para integrarlos por primera vez o reingresarlos...

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11 de jul de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:49 p. m.

En medio de la avalancha de estadísticas negativas dejada por la pandemia en Cali, hay un dato de especial relevancia por su impacto en la sociedad. Es la caída en la cobertura y en la calidad de la educación básica y media, que afecta a miles de niños y jóvenes en sus posibilidades, en sus oportunidades y en el progreso de ellos y de la comunidad caleña.

Según el estudio Cali Cómo vamos, la capital vallecaucana registró un descenso importante entre el 2020 y el 2021, producto de las medidas de aislamiento que debieron aplicarse para atender la emergencia producida por la aparición del covid-19. Además, la expectativa de reemplazarla por la virtualidad se enfrentó con las realidades económicas y técnicas que limitaron el acceso de estudiantes y de educadores a un sistema que dejó también muchas dudas y falencias sobre su efectividad y calidad para reemplazar la presencialidad.

Por ello se registró una caída del 2,9% en el número de matriculados en la educación básica y media, destacándose una caída de cerca del 10% en las matrículas del sector privado, producto directo del deterioro en la situación económica, lo que a su vez generó el aumento de la deserción escolar a una tasa promedio del 5%. La consecuencia de ello es que el 19,2% de niños y jóvenes de la ciudad están por fuera del sistema educativo, y puede tomarse un período largo para integrarlos por primera vez o reingresarlos, con todas las consecuencias que implica. Todo ello, pese al esfuerzo por construir colegios y escuelas, las cuales registran una caída notoria en su ocupación.

Y en materia de calidad, medida desde resultados de los exámenes destinados a su valoración, la situación es igual de preocupante: Cali sigue presentando los puntajes más bajos de la prueba Saber 11 entre las cuatro ciudades principales del país, en los dos calendarios y con relación a las cuatro materias sobre las que se basa ese indicador, lo que muestra a las claras la pérdida de calidad en la educación que se imparte en la ciudad. Es decir, un retroceso que obliga a revisar lo que se está haciendo y a definir cambios que ofrezcan mejores estándares y se traduzcan en más oportunidades de progreso.

El panorama es entonces demasiado preocupante y demanda un viraje en la forma en que se trata la educación, en especial la ofrecida por instituciones públicas. Más que un asunto de competencia entre regiones o de estadísticas frías, lo que esos indicadores están mostrando es el deterioro en un factor que, como la formación escolar, es reconocido por su capacidad de aumentar las oportunidades y las posibilidades de mejorar el nivel de vida de una sociedad y de sus integrantes.

Y la responsabilidad no es sólo del Estado con todo y las obligaciones que le corresponden como orientador de las políticas para reducir la desigualdad social y ofrecer condiciones para aumentar la calidad de vida, así como por su deber de proporcionarle acceso a la educación a los colombianos de menores ingresos. Es de toda la sociedad, y en nuestro caso, de quienes tienen en Cali y el Valle la posibilidad de seguir siendo fuente de oportunidades.

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