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Cuidado con la apertura

Aunque necesaria para evitar la crisis social, la apertura de las actividades luego de meses de confinamiento, no significa relajar las medidas de protección. Basta mirar lo que sucede en ciudades como Madrid, París o Nueva York, para aceptar que en Colombia hay que ser rigurosos en los controles necesarios para detener el contagio del Covid-19.

7 de octubre de 2020 Por: Vicky Perea García

Aunque necesaria para evitar la crisis social, la apertura de las actividades luego de meses de confinamiento, no significa relajar las medidas de protección. Basta mirar lo que sucede en ciudades como Madrid, París o Nueva York, para aceptar que en Colombia hay que ser rigurosos en los controles necesarios para detener el contagio del Covid-19.

Lo que sucede en Cali es desconcertante. Cómo es posible que a los diferentes negocios se les permita abrir porque lo necesitan para sobrevivir y no se cumplan las disposiciones para evitar la propagación del coronavirus. Catorce locales comerciales clausurados y una discoteca, casos como el de la fiesta en una habitación de un motel a la que acudieron varias personas y que terminó en balacera, muestran que los protocolos no se están siguiendo.

La consecuencia es que el contagio sube a diario, coincidiendo con la flexibilización del confinamiento. Permitir la apertura no puede ser el relajamiento basado en creer que ya nada más pasará y que la pandemia es cosa del pasado.

Igual de peligroso es lo que sucede con los vuelos desde el extranjero. No se puede olvidar que el virus llegó al país por vía aérea, hasta donde se sabe proveniente de España, razón por la cual el transporte aéreo tiene tantas limitaciones y se le hacen tantas exigencias. Lo que se está presentando es grave. Cinco pasajeros con covid llegaron en los últimos días en vuelos internacionales y otros 70 han sido devueltos por no presentar la prueba de detección de la enfermedad. Ello quiere decir que no se está cumpliendo con los protocolos para permitir el embarque, y que en aeropuertos de otras naciones tampoco se realizan los debidos controles.

Y ahora hay otro motivo de preocupación: las manifestaciones y protestas que se realizaron en pasadas semanas, más la que se están preparando para los próximos días. No es una casualidad que Bogotá registre un rebrote 15 días después de esas movilizaciones. Por ello preocupan las marchas indígenas y los nuevos paros que se anuncian para los próximos días.

Si se cumplen los anuncios de las organizaciones indígenas, el sábado se estarían concentrando en el Cauca veinte mil personas que dos días después llegarían a Cali. Si entran a la ciudad y se congregan en la plaza de San Francisco, el riesgo en el que se pondrá a la ciudad será muy alto. Está bien que se respete el derecho a la protesta, pero estamos en
momento crítico para la sociedad, en el que todos, incluida la oposición, deben ayudar.

Mientras llega la vacuna, no hay alternativa distinta a aprender a convivir con el coronavirus. Para ello hay que recordar que es un enemigo letal, que deja un millón cincuenta mil muertes en el mundo y 28.000 en Colombia, y afecta en especial a quienes no cumplen con los principios elementales para el cuidado de su propia salud y la de los demás.

Si no se mantienen los controles y las alertas, el país, en particular Cali, puede regresar a una fase que implicará cierres totales como los que se están dando en otras partes del mundo. Eso no es bueno para Colombia ni para una ciudad que tiene tantos problemas sociales y dificultades económicas.

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