Crisis en Pakistán
Así, a las tensiones históricas, ahora se ha sumado el radicalismo islámico, fortalecido por la presencia de antiguas organizaciones sectarias que ejercen violencia indiscriminada contra los focos de población chiíta.
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Así, a las tensiones históricas, ahora se ha sumado el radicalismo islámico, fortalecido por la presencia de antiguas organizaciones sectarias que ejercen violencia indiscriminada contra los focos de población chiíta.
Pakistán cuenta en 2012 con más de 196 millones de habitantes, en su inmensa mayoría suníes. El país, dotado de armas atómicas y enfrentado desde hace decenios a India debido a la disputa por la soberanía de Cachemira, es un foco de tensión en la zona del Indostán.Situado en una región estratégica, entre India, China, Irán y Afganistán, ha sido receptor, en los últimos años, de una fuerte corriente de refugiados talibanes que huyeron de Afganistán y desarrollan sus acciones extremistas en este crucial rincón del mundo. Como se sabe Al Qaeda y su máximo dirigente Osama Bin Laden se escondían en esta nación islámica.Así, a las tensiones históricas, ahora se ha sumado el radicalismo islámico, fortalecido por la presencia de antiguas organizaciones sectarias que ejercen violencia indiscriminada contra los focos de población chiíta. Acaba de pasar, cuando en una serie de actos terroristas murieron más de 100 personas en la provincia de Baluchistan, después de los ataques con bombas cerca de la capital provincial, Quetta, en área de población mayoritariamente chiíta.Adicionalmente el gobierno de Pakistán se encuentra comprometido con la guerra contra el terrorismo que supone una visible presencia estadounidense, lo mismo que cuantiosa ayuda al Ejército de ese país. Ese es un factor que, si bien ha ayudado a conseguir algunas victorias, como la captura de Bin Laden, también ha dado fruto a un mayor radicalismo de los grupos musulmanes antiamericanos, que encuentran eco en algunas regiones del país.La ayuda de Estados Unidos es el principal soporte del gobierno pakistaní, que no goza de confianza entre la población. En 2011-2012 el vacilante gobierno del presidente Azif Ali Zardari, acusado de corrupción desde hace muchos años, no consigue frenar la endémica violencia política, sobre todo del integrismo islámico que recurre al terrorismo y la amenaza de un golpe de estado militar, que impide la estabilidad necesaria para acometer un programa de reformas de toda índole.Desde el 2012 tanto jueces como militares asedian al presidente Zardari y al primer ministro Yusuf Raza Gilani. Los jueces porque el Gobierno dictó en 2007 una amnistía para los delitos de corrupción, incluyendo los suyos, y los segundos por el descubrimiento de un memorándum por el que Estados Unidos se comprometía a evitar un golpe militar en el país.Así, aunque los aviones no tripulados de los norteamericanos asesten golpes certeros a los talibanes en la región occidental del país, el Ejército no parece comprometerse en esa lucha y más bien aprovecha su fortalecimiento para provocar incidentes fronterizos en Cachemira, despertando las protestas de la India y avivando el nacionalismo pakistaní.Con una guerra antiterrorista en la frontera con Afganistán, incidentes militares de vieja data en Cachemira y violencia sectaria contra los musulmanes chiítas en las ciudades, el débil y corrupto gobierno de Pakistán parece incapaz de detener la escalada de violencia en el país. Y menos de garantizar la seguridad nuclear del mundo.
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