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Comienza la batalla

Se cumplió la hora cero y la guerra comercial ha comenzado. El presidente de los Estados Unidos cumplió sus amenazas y empezó a aplicar duros aranceles sobre 34.000 millones de dólares de importación de productos chinos, pertenecientes a la industria aeroespacial, tecnologías de la información, robótica y maquinaria, entre otros.

8 de julio de 2018 Por: Editorial .

Se cumplió la hora cero y la guerra comercial ha comenzado. El presidente de los Estados Unidos cumplió sus amenazas y empezó a aplicar duros aranceles sobre 34.000 millones de dólares de importación de productos chinos, pertenecientes a la industria aeroespacial, tecnologías de la información, robótica y maquinaria, entre otros.

La respuesta de Beijing no se hizo esperar y tuvo una intensidad similar. Productos como la soya, la carne de cerdo, el whisky y los vehículos provenientes de Estados Unidos recibieron una tasa adicional del 25%. El Ministerio de Comercio responsabilizó al Gobierno de Trump y lo acusó de “haber lanzado la mayor guerra comercial de la historia económica hasta la fecha”.

El régimen chino anunció que acudirá a la Organización Mundial del Comercio para denunciar la acción emprendida por Estados Unidos. Advirtió que aunará esfuerzos con otros países para salvaguardar conjuntamente el libre comercio y el sistema multilateral. El primer aliado inmediato que encontró Beijing fue Rusia, que anunció tarifas suplementarias que van del 25 al 40% a la importación de productos estadounidenses. El Gobierno de Putin también prepara represalias por los aranceles que impuso Estados Unidos a la importación de acero y aluminio.

De esta manera, la decisión de Washington abrió una crisis de consecuencias imprevisibles por la envergadura de los adversarios y los efectos que puede ocasionar. ¿Ha comenzado la guerra que todos temían? Parece que sí. Esta decisión rompe con la integración que ha caracterizado la economía mundial, basada en lo que se llamó “el aprovechamiento de las ventajas comparativas”.

Es el regreso del nacionalismo promovido por Trump que lleva al aislacionismo. Allí operan razones de política interna, populismo rampante que provoca un clima de tensión en las relaciones internacionales. Por ahora, la Unión Europea buscará convencerlo, en una reunión prevista para finales de julio, que la economía de su país afrontará graves riesgos si termina imponiendo aranceles a los automóviles del resto del mundo.

Para países como Colombia, esta guerra comercial es peligrosa. A mediano plazo, lo que se prevé es una desaceleración de la economía mundial, la capacidad exportadora de Colombia se reduciría y estaríamos expuestos a la llegada de productos que no encuentran mercado, a precios imposibles de competir. Además, disminuirán las posibilidades de inversión extranjera. Un panorama sin duda complejo.

Con la guerra comercial se rompen los acuerdos multilaterales al imponer limitaciones al comercio internacional, decisión política que se expresa también en el retiro de organizaciones mundiales. Y alegando razones de seguridad nacional, se desconocen decisiones adoptadas por presidentes del mismo partido republicano de Trump, como los tratados de libre comercio bilaterales, con lo cual se pretendía beneficiar a los países que colaboraban con Estados Unidos como Colombia.

El mundo está retrocediendo décadas en la integración económica, lo que sirvió para reducir las tensiones y el armamentismo. ¿Adónde irá a parar este conflicto?

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