Ciudad en riesgo

En Cali está bien definido el mapa de vulnerabilidad sísmica, en el cual se muestra cómo apenas una tercera parte de la ciudad estaría protegida frente a un terremoto de gran magnitud. Sobre el 70% hoy expuesto hay que tomar acciones que salvaguarden la integridad de los caleños y de su patrimonio.

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21 de feb de 2023, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 05:47 a. m.

Prevención es la palabra clave frente a los desastres que ocasiona la naturaleza, impredecibles en su mayoría y más letales cuando no se está preparado para afrontarlos. Los terremotos recientes en Turquía y Siria, con 50 mil muertos y 10 mil edificaciones derrumbadas, deben llamar la atención de ciudades como Cali, ubicadas en zonas de riesgo, donde las normas de sismorresistencia no se pueden ignorar.

La preocupación tiene asidero cuando se conoce que la capital del Valle del Cauca, asentada sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico, al borde de la Placa Suramericana y muy cerca de varias fallas geológicas, está más expuesta a los movimientos telúricos. Peor aún es saber que, según estudios de ingeniería recientes, entre el 70% y el 90% de sus construcciones no aguantarían un sismo de potencia similar a los que afectaron hace quince días a los países asiáticos o a los sucedidos en el presente siglo en naciones cercanas como Chile, Ecuador o México.

La razón principal es que buena parte de la infraestructura de la ciudad se levantó hace más de 40 años -algunos complejos arquitectónicos incluso son centenarios-, cuando no existía una reglamentación que ordenara construir edificaciones seguras ante los eventos naturales. Lo que más inquieta es que si bien el mayor desarrollo urbanístico de Cali es posterior a 1984, cuando el terremoto de Popayán obligó a elaborar el primer código de construcción sismorresistente, las normas no se cumplen en todos los casos.

El oriente de la ciudad y las zonas de ladera, que crecieron al ritmo de las invasiones, en desorden y sin la más mínima regulación pueden ser los puntos más inseguros. Pero también es evidente que en la ciudad se ha fallado en el ejercicio de la autoridad, que supervisa y verifica la aplicación de las reglas de la ingeniería moderna, con las que se busca en primer lugar proteger la vida de los ciudadanos y evitar tragedias mayores.

Prevenir y garantizar el cumplimiento de la normatividad vigente es una obligación de los gobiernos locales. Son ellos los llamados a planear la expansión urbana de sus ciudades, a determinar las zonas de riesgo, a prepararse para afrontar los posibles desastres que ocasiona la naturaleza y a mitigar sus consecuencias.

En Cali está bien definido el mapa de vulnerabilidad sísmica, en el cual se muestra cómo apenas una tercera parte de la ciudad estaría protegida frente a un terremoto de gran magnitud. Sobre el 70% hoy expuesto hay que tomar acciones que salvaguarden la integridad de los caleños y de su patrimonio.

No se trata de generar pánico, pero las alarmas se deben encender en una ciudad como Cali, ubicada en una región de alto riesgo telúrico y donde el Estado ha fallado tanto en la planificación de su crecimiento como en el control sobre sus construcciones. Predecir un desastre natural es hoy imposible para la Ciencia. No lo es prepararse lo mejor posible para moderar sus efectos devastadores.

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