Caos y contagio
El coronavirus, que empezó con una crisis de salud en China se convirtió en una amenaza para la tranquilidad mundial.
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9 de feb de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 26 de abr de 2023, 01:13 p. m.
El coronavirus, que empezó con una crisis de salud en China se convirtió en una amenaza para la tranquilidad mundial. Mientras pasan los días y aumenta el número de contagios, muertes y países afectados, crece también el tamaño y seriedad de las consecuencias humanas, económicas y políticas.
Desde Alemania hasta Sri Lanka, de Estados Unidos a Italia; en un crucero con japoneses contagiados en altamar y en aviones de pasajeros, el virus se propaga sin tregua. Lo sorprendente es que en este mundo tan desarrollado e hiperconectado la solución no está a la vista, y las medidas disponibles para evitar el contagio son las mismas cuarentenas, restricciones de viaje y toques de queda de hace cien años.
Hasta ahora el elemento más moderno para combatir el virus es una endeble máscara de papel. La muerte del doctor Li Wenliang, quien fue perseguido y sancionado por anunciar la existencia del virus y luego sucumbió a sus efectos, le ha puesto cara a la crisis. Las noticias contradictorias sobre su muerte crearon en cuestión de horas una gran confusión y una buena dosis de desconfianza sobre la forma en que el gobierno chino maneja la información y enfrenta una crisis que afecta la confianza y paraliza la nación más grande del planeta, a pesar del hermetismo y el control absoluto de su mensaje.
La rabia y la desconfianza pública empieza a propagarse tan rápido como el coronavirus de Wuhan. Ante la ausencia de una vacuna, las dudas sobre la veracidad de la información que reporta el Gobierno, y la incapacidad de contener la diseminación, las implicaciones económicas, políticas y de negocios se empiezan a asomar. En China los restaurantes y hoteles están vacíos y el turismo en varios países de Asia está duramente golpeado.
Aun hay miles de extranjeros a la espera de ser rescatados para regresar a sus países. Algunas empresas de autos en Corea del Sur suspendieron su producción y las grandes compañías de manufactura chinas han cancelado su participación en convenciones mundiales. Muchas aerolíneas borraron los destinos donde hay contagio de sus itinerarios y los hábitos de consumo dentro y fuera de China se transforman.
Aunque los mercados financieros aún no han reaccionado, con el paso del tiempo se esperan caídas en la bolsa. No obstante en Europa se pronosticó que a más tardar en mayo la situación regresaría a la normalidad, los cálculos sobre fechas pico en las cuales el contagio empezaría a disminuir ya han sido revisados.
En Estados Unidos los pronósticos están ligados a la campaña electoral y estiman que el final de la crisis llegará antes de las elecciones de noviembre y le dará un empujón adicional a Donald Trump. La verdad es que nadie sabe dónde va a parar, y ya lleva 900 víctimas letales, más que el virus del Sars del 2003.
La preocupación sobre su impacto en los mercados, en el movimiento de personas, y en los hábitos de consumo frena los ímpetus expansionistas de Xi Jinping y podría crear un clima de pesimismo que desencadene en una seria contracción de la economía mundial. Pero lo más grave está en la amenaza a la salud que representa para la humanidad.
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