Editorial

Calidad de vida para los caleños

Es válido llamar la atención especialmente de la Administración caleña, pero también del empresariado y de las organizaciones sociales locales para diseñar y afianzar iniciativas encaminadas a lograr optimizar la calidad de vida de todos sus pobladores.

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Hoteles en Santiago de Cali. Spiwak, Torre de Cali.
Hoteles en Santiago de Cali. Spiwak, Torre de Cali. | Foto: Jorge Orozco

2 de ago de 2025, 02:58 a. m.

Actualizado el 2 de ago de 2025, 02:58 a. m.

“Si bien existen mejoras evidentes en algunas áreas relacionadas con la calidad de vida de los caleños, las inequidades siguen siendo profundas y afectan el bienestar cotidiano”.

Esta consideración, entregada a El País en días pasados por Lina Martínez, la directora del Observatorio de Políticas Públicas, Polis, de la Universidad Icesi, encierra muy bien los retos que tiene la capital del Valle frente a la consecución de un nivel próspero y equitativo para cada uno de sus habitantes.

Si bien fuentes como el último informe de Calidad de Vida de Cali Cómo Vamos dan cuenta del avance en varios aspectos de indicadores claves de bienestar, entre los que se incluyen el empleo, la pobreza, la seguridad, la educación, la salud, el transporte, el medio ambiente y la participación ciudadana, en otros ámbitos de esos mismos ítems se evidencian retrasos importantes.

Es así como, aunque las cifras del Dane sobre la pobreza en la ciudad muestran que en el 2024, frente al año anterior, hubo trece mil personas menos en esa condición, también es claro que los programas sociales en Cali solamente funcionan al 70 %, lo que evidencia que es necesario que haya “una mayor cobertura para cerrar las brechas que persisten”.

Por lo tanto, es válido llamar la atención especialmente de la Administración caleña, pero también del empresariado y de las organizaciones sociales locales para diseñar y afianzar iniciativas encaminadas a lograr optimizar la calidad de vida de todos sus pobladores.

Solo así se podrían aminorar cuestiones tan delicadas como las correlaciones “muy fuertes” que los investigadores de estos observatorios han encontrado entre los barrios más pobres de la urbe y los síntomas de ansiedad y depresión hallados en algunos de sus residentes.

Hay otro indicador que si bien demuestra una innegable mejoría en algunos aspectos importantes, también evidencia falencias en otros que resultan imprescindibles para el bienestar ciudadano. Mientras en la capital del Valle el año pasado se registró la cifra más baja de homicidios en tres décadas y cayeron los hurtos a personas en un 5,5 %, la percepción de inseguridad sigue siendo alta entre los caleños, por cuenta de los robos en moto y los casos de violencia intrafamiliar, cuyos reportes aumentaron 6 % el año pasado.

Entonces, de nuevo, es necesario que la Alcaldía de Cali, en conjunto con la Fuerza Pública, se esfuerce porque ese mejoramiento en los índices de los delitos no cese y, por el contrario, también se logren superar esos otros ítems que resultan preocupantes para los habitantes de la urbe.

Y que al mismo tiempo se tomen medidas urgentes para evitar que más estudiantes sigan desertando de los colegios públicos de la capital vallecaucana, para detener la lamentable tendencia que se viene registrando desde hace varios años y que resulta de una gravedad extrema, dado que la pregunta no solo es por qué esos alumnos no están en clase, sino dónde y a qué se están exponiendo en esos momentos.

Tienen, pues, varias tareas pendientes las autoridades para lograr que Cali sea el buen vividero que se merecen sus ciudadanos.

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