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Amenaza veladas

Hoy puede decirse que con todas las dificultades que se presentan, el proceso de paz toma forma y los puntos fundamentales del acuerdo son una realidad que debe protegerse como la demostración que necesita el país sobre su voluntad de dejar atrás esa historia sangrienta de cincuenta años.

14 de enero de 2019 Por: Editorial .

Las declaraciones del exjefe de la comisión de las Farc que negoció el acuerdo de La Habana no parecen ser un aporte de quien debería estar respaldando y contribuyendo a que el conflicto con ese grupo quede atrás y se consolide el esfuerzo por superar la violencia endémica en Colombia. Por el contrario, su video parece un intento por revivir el uso del terror que abandonaron trece mil de sus compañeros, su jefe máximo y muchos de sus representantes en la negociación.

Más aún cuando el señor ‘Iván Márquez’ está en la clandestinidad, se negó a asumir la representación de sus copartidarios en el Congreso de la República e insiste en aparecer ante la Justicia Especial de Paz mediante un abogado. Es decir, cuando el partido Farc hace esfuerzos por participar en la política sin armas, y sus líderes más importantes han puesto la cara y actúan como voceros de sus ideas, quien debiera encabezar esa labor hace mutis por el foro.

Y se empeña en desacreditar un proceso que, no se puede negar, tiene problemas y presenta incumplimientos de ambas partes. Pero también es innegable que el Estado ha hecho grandes esfuerzos para cumplir sus compromisos, como los cambios institucionales encabezados por la JEP y el beneficio de libertad para los desmovilizados, el haber entregado las cinco curules en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes, la entrega de recursos para facilitar la reinserción o para ofrecer seguridad.

Son hechos palpables que también han despejado las dudas que se tejieron sobre la voluntad del Gobierno del presidente Iván Duque de respetar lo acordado en toda su esencia, así existan propuestas para reformar algunos puntos. Hoy puede decirse que con todas las dificultades que se presentan, el proceso de paz toma forma y los puntos fundamentales del acuerdo son una realidad que debe protegerse como la demostración que necesita el país sobre su voluntad de dejar atrás esa historia sangrienta de cincuenta años.

A ello no contribuye el que el señor ‘Márquez’ desconozca incluso a su partido para sembrar de nuevo la discordia. Y que lance incitaciones a que las Farc retomen las armas, apelando a viejos discursos que desconocen la historia que llevó a su dirección, incluido él mismo, a plantear y llevar a cabo la negociación que se realizó durante cinco años en Cuba.

Dificultades existen. Pero también es hora de reconocer que Colombia no tiene todos los recursos ofrecidos en el transcurso de la negociación, y que el Estado tiene limitaciones para controlar el orden en las zonas que dejaron las Farc. Pese a ello, la inmensa mayoría de los dirigentes de ese grupo han dado muestras de su voluntad de cumplir lo que les corresponde.

Para lograr el resultado que se espera es necesario que sus integrantes aporten en la construcción de confianza, en el desmonte del narcotráfico como principal generador de la violencia y en la reconciliación que esperamos todos los colombianos. De ello depende que los colombianos crean en el proyecto político de las Farc y en la voluntad de paz que representó ‘Iván Márquez’ en la mesa de diálogos.

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