Adiós, Europa
El pasado 31 de enero se cumplió el plazo formal para oficializar la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Ahora empieza el proceso para definir la forma en que se consumará la decisión y se abre la expectativa sobre los consecuencias que tendrá para el hasta ahora Reino Unido en su economía y en su integridad
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias
2 de feb de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 26 de abr de 2023, 01:06 p. m.
El pasado 31 de enero se cumplió el plazo formal para oficializar la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Ahora empieza el proceso para definir la forma en que se consumará la decisión y se abre la expectativa sobre los consecuencias que tendrá para el hasta ahora Reino Unido en su economía y en su integridad.
Luego de varios años de incertidumbre causados por el sorpresivo y apretado resultado del referendo que aprobó lo que se conoce como el Brexit y la debilidad de los gobiernos que debían tramitarlo, el turno le llegó a Boris Johnson. Es el inusual líder del partido conservador que encarnó desde el principio el movimiento para retirar el imperio de Isabel II del tratado que hace treinta y cuatro años protocolizó la unión económica, aduanera y comercial más importante en la historia del viejo continente.
Para el análisis debe aclararse que Johnson obtuvo un triunfo rotundo en las últimas elecciones que no necesariamente refleja la posición del pueblo británico frente al retiro de la UE. Ello fue posible ante la mala imagen que proyectaron sus oponentes encabezados por el enigmático y polémico líder del partido laborista, Jeremy Corby, quien nunca adoptó una posición convincente y a cambio utilizó un lenguaje socialista que asustó a una de las sociedades más conservadoras y más reacias a cualquier cambio que se acerque a la izquierda.
A ello debe agregarse que el ahora Primer Ministro usó toda su elocuencia y capacidad de comunicación para convencer sobre las ventajas que tendrá la separación, entre ellas la recuperación de la capacidad de negociar con otras economías como la de los Estados Unidos. Sin embargo, Gran Bretaña sigue dividida casi por la mitad frente al Brexit y una de las grandes consecuencias será el posible retiro de Irlanda y de Escocia del Reino Unido, cuyos habitantes han expresado su deseo de mantenerse en la Unión con Europa y su rechazo a la imposición del Brexit.
Sin embargo, el pasado sábado hubo celebraciones promovidas por los partidarios de Johnson, casi todos atraídos por el discurso patriótico y nacionalista que rechaza la unión que significa renunciar a la tradicional autonomía inglesa frente a sus vecinos. Fue una explosión de populismo en el país más tradicional en sus costumbres políticas. Muy poco faltó para proclamar una nueva independencia frente al yugo que significaba un acuerdo promovido por los dirigentes que, encabezados por Winston Churchill, vieron en la Unión la posibilidad de consolidar mercados y alianzas políticas que permitieran tener un sitio de relevancia en la economía mundial y en la geopolítica de la posguerra.
Lo que sigue es la negociación para definir los términos del divorcio final, antes del próximo 31 de diciembre. No pocos conocedores de la realidad mundial afirman que la euforia de Johnson causada por su triunfo rotundo en las elecciones del pasado 12 de diciembre oculta un mar de incertidumbres para el futuro de su economía y de riesgos para la integridad de su país. Mientras tanto, ya es un hecho el adiós de Gran Bretaña a Europa con todas sus consecuencias.
6024455000






