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Ignorancia

Ya sea que quien habla lo haga por cuenta propia o por persona interpuesta (blancos son, gallinas los ponen). Igual, deberíamos preocuparnos como electores o como simples observadores.

16 de enero de 2022 Por:

“De forma individual, los humanos saben vergonzosamente poco acerca del mundo, y a medida que la historia avanza, cada vez saben menos”.

La cita es de Yuval Noah Harari en su capítulo ‘Ignorancia’ del libro ‘21 lecciones para el Siglo XXI’. Sí, el mismo de ‘De animales a dioses’ y ‘Homo Deus’. Me parece hecha a la medida para estos días en que tanto ‘sabio’ nos aborda, en lo público y en lo privado. ¿Qué dirán sobre esto, esos genios con ínfulas de mesías que presumen de enterarnos de lo humano y, sobre todo, de lo divino?

No dirán nada. Primero, porque muchos de ellos no saben quién es Harari, ni les importa, lo que no es pecado sino el simple ejercicio de ese derecho que ejercen a cabalidad, el de no leer. Y segundo, callarán porque ese es uno de los peores efectos del poder: negar la realidad para, enseguida, proceder a cambiarla, como lo apunta el mismo escritor.

Eso, ver y oír a alguien que presume de saberlo todo es malo. Pero si además existe el riesgo permanente y enorme de que esa persona conduzca los destinos de una sociedad, la cosa se pone peor. Ya sea que quien habla lo haga por cuenta propia o por persona interpuesta (blancos son, gallinas los ponen). Igual, deberíamos preocuparnos como electores o como simples observadores.

Lo cierto es que la suprema ignorancia, revestida de liderazgo, llega lejos. Eso es lo que hemos vivido durante años y estamos viviendo ahora mismo, en lo nacional y lo local. Con un resultado inevitable: todo terminará mal.

Aunque leyendo a Harari uno termina por aceptar que no estamos solos. Digo, esta otra pandemia, la de idiotas e idiotizados, anda tan extendida en el mundo como la otra. Lo delicado es que para esto sí no hay vacuna.
Entre otras, porque quienes mandan no se dan cuenta de que viven en la ignorancia, sin que a alguno de los suyos se les ocurra alertar.

Por el contrario, la retroalimentación de ese enjambre de ‘cortesanos’ y ‘subordinados’ está marcada por la adulación. Es ese tipo de gente que jamás le dice la verdad al jefe por el temor de caer en desgracia. Gente digna de toda desconfianza.

Cuenta Harari una anécdota sobre eso mismo. Lo invitaron a comer con Benjamín Netanyahu (admite que cayó en la tentación, lo que comprueba que todos cometemos errores inexplicables). Y lo que encontró allí es ese cuadro que se repite en muchos lados, lo dejo en sus propias palabras:

“Había allí unas treinta personas, y cada una intentaba atraer su atención (...), impresionarlo con su ingenio, ganarse su favor o conseguir algo de él…”. Total, lambonería y servilismo hechos uno solo.

Todo eso constituye lo que Harari llama “el agujero negro del poder”, asunto que el escritor cuenta muy bien. Aunque pienso que de todas maneras pierde el tiempo. Tal cual lo perdió Sócrates, a quien evoca, cuando dijo que lo mejor es reconocer nuestra propia ignorancia individual. ¡Hombre!, si eso no ha pasado en 2500 años, menos va a pasar ahora, cuando no hay de dónde ni con quién en este reino de ignorantes y áulicos.

Sobrero: Salen algunos oportunistas a reclamar victoria temprana por el hecho de que, por primera vez, una licitación para adjudicar el manejo de la Plaza de Toros La Santamaría de Bogotá en 2022 resultó desierta por falta de proponentes. Es falso. Proponentes no hubo porque la licitación que sacó la Alcaldía de la ciudad no era para actividad taurina sino para algo que se les ocurrió que no es ni lidia del toro bravo ni nada que se le parezca. Más o menos como si un día, por la razón que fuera, abrieran licitación para adjudicar el ‘Pascual Guerrero’. Solo que con dos condiciones: que a cambio de balón se jugará con un cubo y que no existieran las porterías. Ahí están pintados estos gobernantes: mentiras y ridículo. Igual, los toros volverán a La Santamaría. De la mano de la Constitución y en ejercicio de la libertad consignada en ella, como siempre ha sido.
Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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