Anarquía
Al Alcalde parece que se le olvidó cómo gobernar, para quiénes debe hacerlo, dónde enfocar las prioridades y que la transparencia es el precepto máximo a respetar.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

18 de oct de 2022, 11:45 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:14 p. m.
Ausencia del poder público. Así define el Diccionario de la Real Academia Española, RAE, la palabra anarquía. Y, oh coincidencia, es la descripción perfecta de lo que hoy sucede en Cali.
No es que la pérdida del principio de autoridad, el desorden que raya con el caos o el escaso sentido de pertenencia de quienes viven en Cali sean asuntos nuevos.
Pero tampoco se puede negar que lo peor pasa desde hace tres años -justo el tiempo que lleva el segundo gobierno de Jorge Iván Ospina. Y es más protuberante desde el paro del año pasado que descubrió las sombras más oscuras de esta ciudad como la incapacidad de quienes están al mando para sacarla de esas tinieblas y darle un futuro de esperanza y oportunidades para todos.
Al Alcalde parece que se le olvidó cómo gobernar, para quiénes debe hacerlo, dónde enfocar las prioridades y que la transparencia es el precepto máximo a respetar.
Ospina está perdido, se extravió en el camino seguramente porque sus intereses están puestos en asuntos más… cómo decirlo sin generar susceptibilidades o someterse a los ataques de las bodegas… mundanos y personales. O porque cedió el control a su círculo cercano, sin importar que la ciudad quedara a la deriva, sin timonel y a un paso de naufragar.
No de otra manera se puede entender lo que pasa en esta Cali del alma, abandonada a su suerte, donde poco funciona como se requiere, en la que se anuncian megaproyectos que valen un ojo de la cara pero nada tienen que ver con las necesidades primarias de la gente.
A la que de forma descarada se la roban, otra vez, mientras no hay quien responda por los recursos públicos ni por el endeudamiento en el que la metieron y donde todos hacen lo que les viene en gana.
Las calles son el reflejo de ese desgobierno. Las vías exclusivas del MÍO se convierten en parqueadero nocturno, las fotos y los videos circulan en tiempo real por las redes sociales, sin embargo la autoridad no aparece. A los guardas de tránsito se los pasan por la faja porque no tienen el respeto de la ciudadanía, por eso los atacan, los golpean, los atropellan y así se queda todo, en denuncias y sin castigos.
Los motociclistas arman caravanas, atracan, disparan al aire, paran el tráfico, impiden que los inmovilicen y la respuesta desde la administración municipal es que se les deben buscar espacios donde puedan desahogar sus impulsos. ¡Lo que hay que escuchar y ver!
Aquí lo roban a uno en el sistema de transporte público, cuando saca a pasear al perro, si va en el carro o camina por cualquier calle, y dese por bien servido si no lo matan en el intento.
Mientras tanto se reduce la plata para seguridad, se hacen contratos leoninos para comprar más cámaras o para reparar las que hay, el año se va a terminar y nada que se firma el convenio con la Policía para cuidar las estaciones del MÍO. Pero eso sí, nos siguen hablando de planes de seguridad que ahora sí funcionarán, o como gran cosa se nos dice que el mayor logro que se espera al finalizar este 2022 es que el número de asesinatos se reduzca a mil. ¡A mil, por Dios!
Quedan un año y poco menos de tres meses para que termine el actual gobierno caleño, el de Jorge Iván Ospina, el de la “ausencia de poder público” como define la RAE a la anarquía, el del mayor número de escándalos por presuntos hechos de corrupción en las entidades oficiales.
Y a no ser que aparezcan candidatos diferentes, que desbanquen a los que ya están en el sonajero y son más de lo mismo, es decir que priorizan sus intereses personales y a quienes lo que menos les importa es servir a la sociedad, Cali seguirá perdida, sin rumbo y sin timonel.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
6024455000