La impuntualidad de los médicos
En las salas de espera de los consultorios médicos se siente lo mismo que en las salas de espera de las aerolíneas: ansiedad e impotencia. Los médicos y las aerolíneas dominan el monopolio de la impuntualidad.
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15 de oct de 2022, 11:35 p. m.
Actualizado el 5 de jul de 2023, 05:42 p. m.
Era sábado, tan temprano que en la sala de espera de oftalmología de una reconocida clínica de Cali solo estábamos mi tío y yo. Hace un año a mi tío le detectaron un tumor que jamás había escuchado: adenoma hipofisario. Se forma en la hipófisis, cerca del cerebro y, aunque benigno, si no se trata pronto puede causar ceguera e incluso la muerte. Por fortuna el tumor se le detectó a tiempo para salvarle la vida, aunque no tanto para que no le afectara la vista. Como no había nadie en la sala, pensé que por fin esta vez sí nos iban a atender a la hora en la que estaba acordada la cita: 8:00 a.m. Llegamos media hora antes como lo exige la clínica, para hacer los pagos, trámite para el que jamás hay retraso. A las 8:40 a.m. no nos habían atendido. La asistente del optómetra lo llamaba a su celular con insistencia, pero no respondía. Finalmente apareció casi una hora después y, sin inmutarse, disculparse, dijo: “Sigan”. En las salas de espera de los consultorios médicos se siente lo mismo que en las salas de espera de las aerolíneas: ansiedad e impotencia. Los médicos y las aerolíneas dominan el monopolio de la impuntualidad. Saben que no cumplir a tiempo sus compromisos no les significa consecuencia alguna. Tienen la certeza de ser la única opción de sus pacientes o usuarios, así que no se sonrojan por hacerse esperar lo que ellos determinen. Si acaso uno apela a la dignidad y cancela la cita, la siguiente será para dentro de tres meses. Tómelo o déjelo. Fue lo que sucedió hace unos días en la misma sala, esta vez esperando a la doctora A. G., una eminencia en levantamiento de párpados – otro procedimiento que requiere mi tío – pero a quien no le importa los horarios de las citas. Esa vez era a las 3: 00 de la tarde. A las 4:20 no lo había atendido. Su asistente dijo: “Le faltan dos pacientes más, así que a eso de las 5:30 p.m. lo podrá atender”, pese a que mi tío tiene una edad considerable. Decidimos cancelar la cita. La siguiente es para diciembre. Desde entonces, y tras esa sensación de irrespeto, he intentado averiguar qué hay detrás de la impuntualidad de los médicos. No es que siempre estén salvando vidas, como acostumbran a decir. No es que operen todos los días. Lo que hay detrás son malas prácticas. Una de ellas es citar a la misma hora a dos o tres pacientes. Así se aseguran no tener que esperar si alguien cancela a última hora. También es costumbre de algunos médicos llegar tarde al consultorio. El psicólogo Neel Burton, citado por el periodista Miguel Ayuso en un artículo sobre la psicología de la impuntualidad, dice que “la tardanza se mide según la reacción de la persona que nos está esperando: cuando empieza a sentirse incómoda es que estás llegando tarde”. Pero a los doctores parece no alertarlos los reclamos tras las ventanillas de sus asistentes de personas que se sienten irrespetadas. “A no ser que tengas una buena razón para llegar tarde, una que se escape a tu control, tu actitud lanza un mensaje claro: ‘Mi tiempo es más valioso que el tuyo’. Esto también significa ‘soy más importante que tú’ y quizás incluso ‘te estoy haciendo un favor por llegar después de todo”, agrega Neel Burton, y es cierto: la percepción es que detrás de la impuntualidad de los médicos se oculta un ego enorme. Twitter está repleto de mensajes de pacientes que intentan desahogarse porque tampoco, en las clínicas, hay dónde quejarse. La impuntualidad de los médicos está normalizada. “El tiempo de espera antes de consulta es de niveles inaceptables e irrespetuosos. Ese tiempo de espera es agotador e incrementa la ansiedad del paciente”, escribió Quiteria Franco en la red. “Como odio la impuntualidad en los médicos”, agregó Ayelen Tamain. No son pocos los pacientes que piensan si acaso será mejor quedarse en la casa con los achaques que ir a soportar tal maltrato. En Estados Unidos parecen haber encontrado el antídoto a la impuntualidad de los médicos. Elaine Farstad dijo sentirse ansiosa mientras esperaba a su doctor. Después se sintió impaciente. Tras dos horas de espera, canceló la cita. Cuando llegó a su casa se le ocurrió cobrarle al médico las horas perdidas. “Si gasto mi tiempo, pues compro mi tiempo”, le explicó a la periodista Elizabeth Cohen. Elaine calculó su salario por hora de trabajo como especialista en tecnologías de la información en Washington y determinó cuánto le habían costado esas dos horas en el consultorio. Después le mandó una cuenta al doctor por 100 dólares. “Como todos aprendimos en el jardín de niños, se trata de respeto mutuo”, dijo. Sigue en Twitter @ santiagoch82
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